A su arribo ha sido recibido por el secretario mexicano de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, en el hangar de la Sedena, antiguo hangar presidencial, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, capital mexicana.
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En el lugar, Morales ha pronunciado unas palabras acerca de la situación que se vive en su país y ha agradecido a las autoridades mexicanas el apoyo que le brindaron. “Estamos muy agradecidos porque el presidente de México me salvó la vida”, ha aseverado.
El exmandatario boliviano ha reiterado que fue un golpe de Estado lo que provocó su renuncia y posterior salida de Bolivia.
Asimismo, ha asegurado que ha sido víctima de un golpe de Estado, ya que su peor delito es ser “antimperialista” e “indígena”, y se ha manifestado convencido de “que solo habrá paz cuando se garantice la justicia social”.
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Seguimos en política. Mientras tenga vida, seguiré luchando. Estoy seguro de que los pueblos del mundo tienen todo el derecho a liberarse. Pensé que acabamos con la discriminación, pero surgen nuevos grupos que no respetan la vida”, ha afirmado el expresidente de Bolivia Evo Morales tras denunciar el golpe de Estado en su contra.
El líder boliviano ha denunciado que la Policía y las Fuerzas Armadas se han sumado a la oposición en el golpe en su contra, pero ha afirmado que mientras tenga vida, seguirá en política y continuará su lucha.
“Seguimos en política. Mientras tenga vida, seguiré luchando. Estoy seguro de que los pueblos del mundo tienen todo el derecho a liberarse. Pensé que acabamos con la discriminación, pero surgen nuevos grupos que no respetan la vida”, ha indicado.
De igual modo, el exmandatario boliviano ha recalcado que tomó la decisión de “renunciar para evitar un derramamiento de sangre en Bolivia”.
La noche del lunes, a través de Twitter, Morales anunció que partía rumbo a México, al tiempo que expresó que le dolía “abandonar el país por razones políticas, pero siempre estaré pendiente. Pronto volveré con más fuerza y energía”.
Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, renunció el domingo a su cargo para “preservar la paz en su país” tras un golpe de Estado dirigido por la oposición, que en ningún momento reconoció su reelección en los comicios del 20 de octubre e impulsó la violencia en las calles.
Las reacciones a lo ocurrido, a lo largo y ancho del mundo, se inclinaron por hablar de un golpe de Estado en Bolivia, con la excepción de EE.UU. y un número reducido de sus aliados.
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