Publicada: sábado, 21 de septiembre de 2024 17:57

Tras los dos atentados terroristas perpetrados por Israel en Líbano en días consecutivos, en los que primero estallaron cientos de bombas y luego una serie de dispositivos como walkie-talkies, ordenadores y móviles, la intervención del secretario general de Hezbolá, Seyed Hasan Nasralá, se convirtió en una de las más esperadas de los últimos años.

Según la Organización Mundial de la Salud, estas explosiones han añadido aún más presión sobre el ya frágil sistema de salud libanés. Hasta el momento, los ataques han causado 37 muertos y más de 3000 heridos, muchos de los cuales requieren atención médica urgente debido a la gravedad de sus lesiones.

Nasralá reconoció que el enemigo había llevado a cabo un “ataque significativo”, pero aseguró que no logró cumplir sus objetivos. Reiteró que "la guerra de apoyo a Gaza continuará, sin importar los sacrificios", y desafió a Israel a permitir el regreso de los habitantes de los asentamientos del norte antes de que se declare un alto el fuego en Gaza. Mientras esto no suceda, y ante la falta de indicios de que Israel cese su genocidio, Hezbolá proseguirá con su guerra de desgaste prolongada, imponiendo costes sociales, económicos y de preparación militar excesivamente altos para la fuerza colonial.

El secretario general de Hezbolá también señaló que las amenazas y movimientos militares de Israel son "una oportunidad que los combatientes esperan para convertir la franja fronteriza en un infierno para los ocupantes". Describió las "masacres del martes y miércoles" como "crímenes de guerra y genocidio", y una gran agresión contra Líbano, su pueblo, su soberanía y su seguridad. Añadió que el enemigo había "superado todas las normas, leyes y líneas rojas" con este ataque, pero afirmó con firmeza que "este gran golpe no nos ha derribado, ni nos derribará".

"Este ha sido un golpe significativo, tanto a nivel de seguridad como humanitario, sin precedentes en la historia de Líbano, y quizás sin comparación en la historia del conflicto con el enemigo a nivel global. Para nosotros, ha sido una gran prueba y, si Dios quiere, la superaremos con más fortaleza, determinación y capacidad para afrontar todos los riesgos", afirmó.

Nasralá aseguró que "la estructura de la resistencia no se ha desestabilizado ni ha temblado. Lo ocurrido no ha afectado nuestra base, nuestra voluntad, ni nuestro sistema de mando y control, ni nuestra presencia en los frentes". A este respecto, es importante recordar que la estrategia de Hezbolá, al igual que la del resto de integrantes del llamado Eje de la Resistencia, no se puede entender sin tener en cuenta que su principal objetivo es desviar la atención de Gaza. La estrategia de Israel para desconectar el frente libanés del conflicto en Gaza no ha tenido éxito ni es probable que lo tenga en el futuro.

En cuanto a la respuesta de Hezbolá, Nasralá fue contundente: "La noticia será lo que verán, no lo que oirán, y la decisión sobre cómo y cuándo será esa respuesta queda en manos del círculo más reducido". También subrayó que estos ataques han fortalecido la determinación del pueblo libanés y de la resistencia, asegurando que no se desviarán de su camino.

Respecto a las explosiones de los buscapersonas, Nasralá destacó que "el enemigo utilizó un medio civil que se emplea en hospitales, mercados, vías públicas y hogares". Subrayó que "cuando el enemigo hizo estallar los dispositivos, su intención era matar a 4.000 personas en un solo minuto".

Uno de los puntos clave en el discurso de Seyed Hasan Nasralá fue su mención a la situación de los refugiados israelíes en las zonas del norte. Nasralá afirmó que, mientras Israel continúe con sus ataques sobre la Franja de Gaza y Cisjordania, el retorno de estos refugiados a sus hogares en el norte no será posible. 

Desde el punto de vista del derecho internacional, la naturaleza indiscriminada de estos ataques ha generado preocupación entre expertos en la materia, quienes advierten que podrían constituir un nuevo crimen de guerra sionista. El derecho humanitario prohíbe el uso de trampas explosivas disfrazadas como objetos portátiles aparentemente inofensivos, que han sido diseñados y construidos específicamente con explosivos. Una trampa explosiva es un dispositivo diseñado para matar o herir que se activa de forma inesperada cuando una persona realiza un acto aparentemente seguro. Además, es importante recordar que el uso de trampas explosivas u otros dispositivos en forma de objetos portátiles inofensivos, diseñados específicamente para contener explosivos, está prohibido por las leyes internacionales de guerra que Israel firmó en 1996.

Varios expertos en la relación entre tecnología y lo militar señalan que estas tácticas, en general, no alteran significativamente la dinámica de un conflicto, a diferencia de la guerra convencional o la diplomacia sostenida. Según la experta en Hezbolá, Amal Saad, el objetivo de estas tácticas “no es solo infundir miedo, sino hacer que ese miedo sea omnipresente e ineludible, llevando a toda una sociedad a creer que Israel está en todas partes: en sus bolsillos, en sus oídos e incluso en los dormitorios de sus hijos. El objetivo no es solo desmoralizar a los cuadros de Hezbolá, sino desencadenar un colapso cognitivo en la sociedad, tratando de desmantelar la resiliencia mental de toda la población".

Lo que Israel busca es mantener a toda una población en un estado de miedo perpetuo, agotándola mientras intenta sobrevivir en condiciones que, en muchos casos, como se ve en Palestina, resultan peores que la propia muerte. Esta situación tiene una interpretación político-teológica: la violencia permanente y total intenta reemplazar la soberanía divina por una soberanía colonial. Esta última, alejándose de la idea de justicia propia de la divinidad, se centra exclusivamente en la capacidad del soberano de decidir, en un estado de excepción permanente, quién vive, quién muere o quién es condenado a un estado peor que la muerte.

Al priorizar el poder sobre la justicia, este soberano confunde su autoridad, en este caso representada por el régimen colonial de Israel, con la de Dios. Desde el punto de vista de la gramática coránica, esta usurpación de la función divina puede compararse con la figura de Nimrod, quien intentó demostrar su soberanía violando los principios fundamentales de justicia, matando a quien deseara. 

Israel busca también reivindicar su soberanía sobre Palestina (y, como se ha visto en los últimos días, sobre Líbano) a través de su capacidad de matar sin enfrentar consecuencias. Esta “excepción”, que en términos de la teología política podría calificarse como “diabólica”, sólo sirve para promover sus propios intereses. Es radicalmente distinta de la “excepción” divina, basada en la justicia, que no busca reproducir el ciclo de inclusión-exclusión que caracteriza al sionismo.

Por Xavier Villar