El viernes de madrugada, EE.UU. perpetró un atentado terrorista contra dos vehículos de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe) que se encontraban cerca de la terminal de carga del Aeropuerto Internacional Muhamad Alaa en Bagdad (capital iraquí) y asesinó al comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani, y al subcomandante de las Al-Hashad Al-Shabi, Abu Mahdi al-Muhandis, además de a otros militares iraníes e iraquíes.
Tras ese atentado, el Departamento de Defensa de EE.UU. (el Pentágono) confirmó que el presidente norteamericano, Donald Trump, dio la orden directa de asesinar al general iraní.
Soleimani, considerado el general más destacado del oeste de Asia en 2017 por varios analistas y observadores, desempeñó un papel relevante en los cruentos combates contra los grupos terroristas en Irak y Siria, muchos de ellos respaldados por el régimen israelí, algunos países occidentales y ciertas monarquías árabes, razón por la cual había recibido varias amenazas de muerte, en concreto del servicio de inteligencia de Israel (el Mossad).
La decisión de asesinar al noble militar antiterrorista iraní ha desatado rotundas condenas tanto dentro de Irán como a nivel regional e internacional, y ha suscitado severos temores a que ello derive en una guerra.
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