Así lo ha revelado este jueves una investigación, denominada “Cascos Blancos: cómplices de los terroristas y fuentes de desinformación”, realizada por la Fundación para el Estudio de la Democracia (una institución rusa).
Al presentar los hallazgos del estudio, Maxim Grigoryev, el director de dicha organización, ha indicado que los “cascos blancos” evacuaron a las personas con la promesa de asistencia médica, pero luego entregaron sus cadáveres, con algunos órganos extraídos, a sus familiares.
Grigoryev ha añadido que las extracciones de órganos salieron a la luz después de examinar los cadáveres.
“Ellos (cascos blancos) fueron pieza clave en este esquema ilegal de extracción de órganos. Nos dimos cuenta de esta práctica al entrevistar a las personas que estuvieron implicadas en estos sucesos. Su descubrimiento fue una sorpresa desagradable”, ha lamentado.
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Grigoryev también ha señalado que la investigación se basó en entrevistas con algunos miembros de los “cascos blancos”, combatientes armados y residentes de las zonas donde los “cascos blancos” tenían una mayor presencia activa.
Ellos (cascos blancos) fueron pieza clave en este esquema ilegal de extracción de órganos. Nos dimos cuenta de esta práctica al entrevistar a las personas que estuvieron implicadas en estos sucesos. Su descubrimiento fue una sorpresa desagradable”, dice Maxim Grigoryev, el director de la Fundación para el Estudio de la Democracia.
Los “cascos blancos” afirman ser una oenegé humanitaria, pero han sido acusados de cooperar con los grupos terroristas contra el Gobierno sirio y organizar ataque con armas químicas de bandera falsa en Siria.
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Damasco, cuyas armas químicas han sido destruidas por completo por la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), insiste en que las acusaciones occidentales en su contra sobre ataques químicos son meros pretextos para obstaculizar avances del Ejército sirio frente a las agrupaciones terroristas.
El presidente sirio, Bashar al-Asad, considera los “cascos blancos” una rama del grupo terrorista Frente Al-Nusra (autodenominado Frente Fath Al-Sham), y una especie de “maniobra de relaciones públicas” de EE.UU., el Reino Unido y Francia.
En marzo pasado, Damasco condenó “enérgicamente los apoyos secretos y obvios de la Administración estadounidense a las organizaciones terroristas, incluidos los llamados cascos blancos”.
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