Washington activó el jueves el Título III de la ley Helms-Burton, que autoriza a los cubanos exiliados en EE.UU. y a empresas de ese país a demandar a quienes se beneficiaron de las nacionalizaciones hechas tras la victoria de la Revolución cubana en 1959.
La Cancillería rusa condenó un día después la medida, pues a su juicio supone un nuevo esfuerzo de la Casa Blanca para “intimidar a los Estados soberanos” y a los que buscan mantenerse independientes del dominio del imperialismo.
“Condenamos con firmeza el levantamiento de la suspensión del Título III de la ley Helms-Burton […] Al devaluar los principios democráticos y rechazar las normas del derecho internacional, EE.UU. pasa por alto los valores que predica y genera obstáculos para los países que siguen su rumbo independiente”, subrayó el Ministerio ruso de Asuntos Exteriores en un comunicado.
De igual modo, tachó de “ilegales los métodos de chantaje y la presión” de la Casa Blanca y llamó a todas las fuerzas responsables a poner fin al cerco económico impuesto por EE.UU. a la isla caribeña, “en defensa” de la Carta Magna de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el derecho internacional.
Condenamos con firmeza el levantamiento de la suspensión del Título III de la ley Helms-Burton […] Al devaluar los principios democráticos y rechazar las normas del derecho internacional, EE.UU. pasa por alto los valores que predica y genera obstáculos para los países que siguen su rumbo independiente”, señala la Cancillería rusa en reacción a la activación de la ley anticubana por parte de EE.UU.
La Cancillería, asimismo, aseguró que las nuevas medidas restrictivas suponen una “flagrante” violación no solo de la soberanía de Cuba, sino también de la de todos los países que mantienen cooperaciones con la isla, “entre ellos los aliados de EE.UU.”.
Destacar que Canadá y la Unión Europea (UE) ya han dicho que no se someterán a dicha ley, aprobada en 1996 por el entonces presidente estadounidense Bill Clinton (1993-2001) para codificar el bloqueo económico, comercial y financiero a Cuba en vigor desde 1962 y provocar un cambio de sistema político.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, por su parte, considera que EE.UU., activando dicha ley, pretende “asfixiar” a la isla, aunque no alcanzará su objetivo.
Los lazos entre La Habana y Washington se enrarecieron drásticamente desde la victoria de la Revolución Cubana: la primera gran derrota de EE.UU. en América Latina, a la que, de hecho, consideraba su “patio trasero”. La Revolución cubana generó un modelo de resistencia antimperialista, de reafirmación nacional y colocó a América Latina como “protagonista de la Guerra Fría”.
La relación entre Cuba y EE.UU. ha experimentado fuertes altibajos en los últimos años. Pese al aparente mejoramiento durante la gestión del presidente de EE.UU., Barack Obama (2009-2016), la Administración presidida por Donald Trump no ha podido asimilar el firme apoyo de La Habana al presidente venezolano, Nicolás Maduro.
El presidente chavista, también de ideología antimperialista, se niega a rendirse ante las presiones y entregar su país, rico en reservas petrolíferas, a EE.UU.
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