En una reunión sostenida hoy domingo con activistas de diferentes sectores de producción del país persa, el Líder de Irán ha precisado que el colapso de la economía fue, por supuesto, un preludio para poner al pueblo frente a la República Islámica y de este modo, materializar sus intenciones políticas maliciosas.
“No obstante, gracias al Dios, la trinchera de la producción y la economía del país permanece firme. La tropa que resistió ante el enemigo fue ustedes mismos…. Todos los actores económicos comparten este honor, el honor de preservar la economía del país”, ha agregado.
El ayatolá Jamenei ha definido dos tareas principales para las autoridades del país: En primer lugar, elaborar un plan estratégico para toda la industria del país y en especial para ciertas industrias; en segundo lugar, gestionar de manera centralizada y orientar las actividades.
En este contexto, ha alzado la voz para enfatizar que no se debe condicionar la economía del país y las actividades económicas al levantamiento de las sanciones impuestas, a un asunto incontrolable. “Hay que esforzarse para satisfacer las necesidades del país. Gracias a Dios, hay muy buenas capacidades en ese sentido”, ha apostillado.
El Líder ha expresado su descontento por las estadísticas macroeconómicas del país en los últimos diez años y ha aseverado que, si las autoridades gubernamentales hubieran hecho más esfuerzos durante estos años, Irán habría conseguido más honores en el campo de la economía.
En varias ocasiones, el ayatolá Jamenei ha enfatizado que la solución a los desafíos internos y externos, incluidas las sanciones de EE.UU., está en las políticas de la Economía de Resistencia, que se fundamenta en la producción nacional.
En mayo de 2018, el Gobierno de EE.UU. se retiró de manera unilateral del acuerdo nuclear alcanzado en 2015 entre Teherán y el Grupo 5+1 —entonces formado por EE.UU., el Reino Unido, Francia, Rusia y China, más Alemania—, e inmediatamente reimpuso diversas rondas de sanciones, las que se había levantado en virtud del pacto y otras más. Además, adoptó una política de “máxima presión”, centrada principalmente en la economía, junto con amenazas militares para poner de rodillas a Irán.
Pero, los duros embargos no han causado el efecto esperado por Washington, pues la República Islámica sigue desarrollándose en diversos campos.
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