• El petrolero Adrian Darya 1 de Irán. (Foto: AFP)
Publicada: domingo, 6 de junio de 2021 17:50

Las sanciones de EE.UU. a Irán han fracasado de manera que Teherán ha convertido las penurias de los embargos en una fuente de fortaleza, según un artículo.

En un artículo publicado este domingo por el portal de la cadena rusa RT (Russia Today) se destaca que la realidad es que las duras medidas dirigidas a la infraestructura y los recursos de Irán, ya sea que se lleven a cabo con el pretexto explícito de sanciones o no, han estimulado irónicamente a los iraníes a ser cada vez más autosuficientes en la producción y exportación de sus hidrocarburos.

La finalización de un importante oleoducto, Goreh-Yask, que pasa por alto el estrecho de Ormuz, es un ejemplo que demuestra la realidad de que Irán ha convertido las sanciones de EE.UU. en una fuente de fortaleza, puntualiza la nota.

Recientemente, medios iraníes informaron que Irán inició su primera transferencia de petróleo crudo a través de su estratégico oleoducto Goreh-Yask, lo que le permitió pasar por alto el estrecho de Ormuz. Los envíos de petróleo se realizan desde la región de Yask, en las costas del golfo de Omán.

 

Red Goreh-Yask, un logro estratégico

El oleoducto Goreh-Yask de 1000 km, que acaba de comenzar a transportar petróleo, permite a Teherán evitar la región del estrecho de Ormuz, fuertemente patrullada y con cuello de botella, y optar por una ruta que ofrece un acceso más directo a los clientes en La India y China.

Este hecho consumado incluso permite a Teherán voltear la presión de las sanciones de EE.UU. bloqueando el estrecho, observando el aumento del precio del petróleo y beneficiándose de la ganancia inesperada resultante del envío de petróleo desde el puerto de Yask. El oleoducto tiene capacidad para transportar un millón de barriles por día (bpd) de petróleo crudo, lo que representaría casi la mitad de la producción actual de 2,4 millones de bpd de Irán.

En este sentido, el artículo considera que las medidas del Gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden, de continuar haciendo cumplir el robo de petróleo de Irán, permitido bajo las sanciones de su antecesor, Donald Trump, o la incautación de los cargamentos de petróleo iraní bajo el actual régimen de sanciones, evidencian un intento de coerción lamentablemente equivocado.

El golfo de Omán ahora representa una urgencia estratégica inmediata en relación con la apuesta de Teherán por asumir más control sobre su distribución de petróleo y aprovechar los lucrativos mercados del este de Asia.

 

Economía de Irán florece con creces

Las sanciones punitivas contra la industria petrolera iraní no solo han fracasado en sus objetivos, sino que han perdido su justificación. De hecho, la posición de Irán como uno de los mayores proveedores de energía del mundo puede, una vez liberado de las sanciones, ayudar de manera decisiva a acelerar el proceso de la recuperación del comercio y la industria global post-COVID-19.

Actualmente se estima que Irán podría alcanzar los cuatro millones de bpd en producción de petróleo en tan solo tres meses después de que se levanten las sanciones de EE.UU., cuya eliminación se está discutiendo en las conversaciones que tienen lugar en Viena (Austria).

Mientras tanto, un fuerte repunte en la demanda mundial de petróleo, estimulado en parte considerable por la demanda de China, ha disparado el precio de referencia del crudo Brent hasta más de 70 dólares por barril, lo que significa que la oferta mejorada de Irán podría absorberse en este mercado de necesidades crecientes.

Irán y China están cooperando para aprovechar al máximo este paradigma. China ya está socavando las sanciones de EE.UU. al comprar un millón de bpd de petróleo de Irán, y los dos socios firmaron un acuerdo a largo plazo en marzo para una gran inversión del gigante asiático en el sector energético iraní.

Bloquear todas las capacidades de exportación de energía de Irán es ahora, más que nunca, una táctica peligrosamente contraproducente, en medio del clamor global por suministros de energía listos que puedan impulsar el crecimiento económico posterior a la COVID-19. A medida que las ganancias globales de un sector petrolero iraní no autorizado parecen cada vez más inevitables, las medidas antiraníes contra ese sector se perfilan cada vez más anacrónicas.

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