En conversaciones telefónicas separadas, mantenidas este lunes, con sus homólogos turco, malasio e indonesio, Mevlut Cavusoglu, Anifah Aman y Retno Marsudi, respectivamente, Zarif ha expresado la profunda preocupación de la República Islámica de Irán por la grave situación de los musulmanes rohingyas.
Además, ha expresado la plena disposición de Teherán a proporcionar cualquier tipo de ayuda y contribuir a medidas colectivas de los organismos internacionales y los países islámicos para resolver la catástrofe humana que viven los musulmanes en Myanmar.
El máximo diplomático iraní también ha pedido a los Estados islámicos que presten más atención y tomen “medidas prácticas” para poner fin a la injusta e “inhumana represión” contra la perseguida etnia rohingya en el convulsionado estado de Rajine, en el oeste de Myanmar.
En un mensaje de Twitter, publicado el miércoles pasado, Zarif criticó a la comunidad internacional por mantener silencio ante la persistente violencia contra los musulmanes rohingyas y pidió una acción "crucial" para prevenir una mayor limpieza étnica.
En los últimos días, las autoridades birmanas han aplicado una fuerte política de represión contra esta población musulmana, masacrando a sus miembros y quemando sus casas. Se calcula que entre 200.000 y 500.000 refugiados rohingyas viven actualmente en la precariedad, la mayoría en campamentos miserables y superpoblados.
La brutal represión militar ha dejado al menos 400 muertos desde el 25 de agosto, después de que un grupo que dice estar defendiendo los derechos de los rohingyas atacó puestos policiales y militares en Rajine.
Conforme a un balance de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dado a conocer este lunes, al menos 87.000 musulmanes rohingyas han huido a Bangladés de la represión brutal del Gobierno birmano.
El organismo también advierte de que la crisis de los rohingyas podría convertirse en una “catástrofe humanitaria” y llamó a las fuerzas de seguridad birmanas “a la moderación y a la calma”, con los seguidores del Islam a quienes el Gobierno birmano niega la plena ciudadanía.
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