El presidente de EE.UU., Donald Trump, desveló el martes su llamado “plan de paz”, que, según alega, busca zanjar el conflicto palestino-israelí, pero, en realidad, pretende liquidar la causa palestina, pues ignora todos los derechos de los palestinos, incluyendo su derecho al retorno y la formación de un Estado, con Al-Quds (Jerusalén) como capital.
El futuro Estado palestino, previsto por la Administración estadounidense, sería “aislados archipiélagos” rodeados completamente por Israel, “sin ninguna frontera con el exterior”, o control sobre su espacio aéreo y sin derecho a tener un Ejército para defender su seguridad, ha denunciado este viernes el relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los derechos humanos en Palestina, Michael Lynk.
La Palestina que traza Trump, de acuerdo con Lynk, tampoco tendrá “bases geográficas para una economía viable, ni libertad de movimiento, ni prerrogativas para presentar denuncias ante organizaciones internacionales contra Israel o EE.UU.
De hecho, “el torcido plan” del mandatario estadounidense facilita la creación de nuevos bantustanes —barrios marginales para separar a los negros de blancos y privarles de sus derechos, fundados durante la época de apartheid en Sudáfrica— en el oeste de Asia, región conocida como Oriente Medio.
“Esa no es la receta para una paz justa y duradera, pero más bien apoya la creación de un bantustán del siglo 21 en Oriente Medio”, ha afirmado Lynk, según cita la página oficial de las Naciones Unidas.
En virtud de la iniciativa, Al-Quds será la capital “indivisible” de Israel, una práctica que Lynk ha tildado de “preocupante”, dado que “reconoce la anexión ilegal de Al-Quds, que, según el derecho internacional, sigue siendo un territorio ocupado”.
El funcionario de la ONU, asimismo, ha repudiado “legalizar” los asentamientos ilegales israelíes, y ha llamado a “condenar” cualquier intento que facilite más anexiones de tierras palestinas por Israel.
Lynk ha hecho notar que “nada” en el plan de Trump altera la prevalencia de la ocupación de los territorios palestinos ni los derechos de los palestinos que están bajo la ocupación.
Al respecto, el funcionario canadiense ha matizado que la ONU sigue comprometida con la llamada solución de dos Estados no la de “un Estado y medio”. Además, el Estado palestino debe fundarse dentro de las fronteras de 1967, ha enfatizado.
Varias organizaciones judías en EE.UU., a su vez, han rechazado el aludido plan, al que describieron de una muestra de apartheid, que favorece a “la agenda de los políticos derechistas israelíes” para realizar nuevas anexiones.
Alissa Wise, una miembro de Jewish Voice for Peace, por su parte, ha dicho que la tierra palestina no es de Trump para cederla, ni del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para “robarla”.
Los bantustanes, guetos para negros en Sudáfrica
Los bantustanes fueron uno de los mayores ejemplos de la segregación racial impuesta en Sudáfrica por el sistema de apartheid.
Se trataba de territorios autónomos, inventados por el gobierno sudafricano, a los que la población no blanca estaba obligada a mudarse. La ideología detrás de estos guetos modernos era desplazar a los negros “fuera de las fronteras del país”, ya que no se les consideraba ciudadanos de pleno derecho.
Así, los negros perdían sus derechos como sudafricanos y se convertían en ciudadanos de los bantustanes, donde tenían menos derechos que los blancos. Durante el apartheid, el gobierno de Sudáfrica llegó a crear 10 bantustanes.
Más de 3 millones de personas fueron forzadas a abandonar sus casas y trasladarse a los bantustanes. A partir de entonces eran considerados “transeúntes” que debían circular como ciudadanos extranjeros en su propio país.
En 1994, tras la victoria de Nelson Mandela en las primeras elecciones realmente democráticas, se desmantelaron todos los bantustanes. Al día siguiente de las elecciones del 27 de abril, los ciudadanos negros recuperaron su ciudadanía.
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