Publicada: martes, 25 de marzo de 2025 13:56

En las últimas semanas, el panorama político y mediático en Irán ha estado marcado por intensas especulaciones sobre el contenido de la carta enviada por Donald Trump a Teherán, así como las posibles implicaciones de la respuesta de la República Islámica.

Por Xavier Villar

Este intercambio ha capturado la atención tanto dentro como fuera del país, alimentando un debate sobre las perspectivas de un diálogo entre ambas naciones.

Steven Witkoff, representante especial de Donald Trump para asuntos de Medio Oriente (Asia Occidental), ofreció más detalles sobre la misiva en una entrevista con el periodista estadounidense Tucker Carlson. Según Witkoff, el presidente de Estados Unidos “ha tratado de generar confianza con Teherán para prevenir un conflicto militar con Irán”. En este contexto, Trump habría escrito en la carta: “Soy el presidente de la paz. Esto es lo que quiero. No hay razón para resolver el problema por la vía militar. Debemos dialogar. Debemos eliminar los malentendidos”.

Witkoff añadió que la carta también expresaba la voluntad de Trump de “establecer un sistema de verificación para que nadie más se preocupe por la militarización de su programa nuclear”, resaltando la urgencia de encontrar una solución pacífica: “Porque la otra opción en esta historia no es nada buena”.

Las recientes declaraciones de Steven Witkoff, representante especial de Donald Trump para asuntos de Medio Oriente, han sido interpretadas en Occidente como un intento de mostrar “buena voluntad” hacia Irán, incluso llegándose a calificar como un cambio significativo respecto a la política de “máxima presión” que los Estados Unidos han mantenido tradicionalmente en su relación con la República Islámica. Sin embargo, en Irán persiste una profunda desconfianza hacia las intenciones de Washington.

Por un lado, están las palabras de Witkoff, que aseguran el deseo de crear un clima de confianza con Teherán, y por otro, las declaraciones del propio Trump, quien ha amenazado repetidamente a Irán con un ataque si no se ajusta a sus planes políticos regionales. Esta aparente contradicción ha generado en Irán lo que algunos analistas consideran una “incongruencia” en la postura estadounidense. En las últimas horas, se ha sumado una nueva voz a la cacofonía de confusión en Washington: el asesor de seguridad nacional de EE.UU., Mike Waltz, declaró en una entrevista que Washington quiere que el programa nuclear de Irán sea desmantelado por completo.

La desconfianza hacia cualquier compromiso negociador de Estados Unidos se ha visto alimentada por la retirada unilateral de Trump del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) en 2018, un acuerdo nuclear histórico firmado con potencias mundiales en 2015. En ese entonces, el acuerdo garantizaba a Irán el alivio de sanciones a cambio de la limitación de su programa nuclear. La salida de Trump y la intensificación de las sanciones demostraron a Teherán que, incluso si se llegara a un acuerdo, no existía garantía de que Washington lo cumpliera. De esta manera, Irán ha insistido en que cualquier negociación futura debe incluir garantías prácticas para evitar la repetición de experiencias negativas previas.

Esta ruptura del JCPOA es vista en Irán como una confirmación de la falta de honestidad y compromiso de Occidente, particularmente de Estados Unidos. En la visión política iraní, Occidente, y más específicamente los Estados Unidos, no actúan de buena fe en sus relaciones con la República Islámica. De hecho, el líder supremo de Irán, cuando se llevaban a cabo las consultas para el acuerdo en 2015, dejó claro que, si Estados Unidos implementaba el acuerdo de manera íntegra y con buena voluntad, se podría avanzar en otras áreas de negociación. Sin embargo, desde la perspectiva iraní, la repetida mala voluntad política por parte de Washington refuerza la visión de que Occidente, como ideología, actúa como un poder “opresor”, buscando dominar y oprimir a otros.

En este contexto, Irán exige desde el inicio una serie de condiciones que aseguren la presencia de justicia en cualquier acuerdo, especialmente en el marco del JCPOA. La política de “máxima presión” de Trump, que tenía como objetivo forzar a Irán a aceptar restricciones más severas que las acordadas en el pacto nuclear, no solo fracasó, sino que condujo a Irán a reducir progresivamente sus compromisos nucleares. Desde la perspectiva de Teherán, la retirada de Estados Unidos del acuerdo dejó claro que esta estrategia no solo fue ineficaz, sino que también afectó negativamente la confianza en futuros acuerdos. Por ello, Irán dejará claro que no aceptará ninguna negociación que implique el desmantelamiento total de su programa nuclear, argumentando que ya ha asegurado su derecho al enriquecimiento de uranio al 3.67 % bajo el JCPOA.

Además, una de las estrategias de la administración Trump ha sido tratar de arrastrar a Irán a una mesa de negociaciones amplia que abarque no solo su programa nuclear, sino también sus actividades regionales y su capacidad misilística. Sin embargo, Irán ha dejado claro que sus asuntos de defensa y seguridad nacional no están sujetos a negociación. Así, aunque Teherán se ha mostrado dispuesto al diálogo diplomático, rechaza cualquier intento de establecer negociaciones globales y extensas.

Teherán ha reiterado en numerosas ocasiones que la política de sanciones y la estrategia de “máxima presión” bloquean cualquier posibilidad de un diálogo productivo. Esta postura se ha visto reforzada tras el segundo mandato de Trump, quien ha intensificado las sanciones. Irán subraya que cualquier negociación debe desarrollarse dentro de un marco de respeto mutuo, sin amenazas ni presiones.

Respecto a la posible respuesta iraní a la carta estadounidense, varios expertos coinciden en que, si bien existen líneas rojas en la diplomacia iraní—como su programa de misiles y de drones—, Irán estaría dispuesto a negociar un nuevo acuerdo con Estados Unidos y con los otros miembros firmantes del JCPOA, demostrando nuevamente su flexibilidad diplomática y pragmatismo político. No obstante, cualquier respuesta iraní incluirá un mensaje claro sobre las consecuencias de una posible agresión. Teherán ha advertido que cualquier ataque en su territorio será respondido con una reacción decisiva.