• El Líder de Irán asiste a la Universidad de Ciencias y Tecnologías Ashura del CGRI para ver de cerca los logros en este campo, 19 de noviembre de 2023.
Publicada: sábado, 15 de marzo de 2025 17:12
Actualizada: sábado, 15 de marzo de 2025 17:56

Irán respondió a Trump antes de recibir su carta, demostrando su poder como una gran potencia global desafiante de la hegemonía estadounidense.

Por: Nahid Poureisa *

El presidente de EE.UU., Donald Trump, recibió su respuesta incluso antes de que su carta llegara a Teherán. Este es el tipo de discurso de poder que Irán sigue generando como una gran potencia global.

Mientras gran parte del mundo teme a la nueva administración estadounidense, el Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, se destaca como un modelo para la mayoría global, demostrando cómo rechazar firmemente el acoso imperialista y las amenazas.

El papel de Irán sigue siendo crucial. A diferencia de los regímenes respaldados por Occidente e incluso de otras naciones soberanas que negocian por miedo, Irán no busca “paz” en términos imperialistas.

No extiende una mano para la diplomacia mientras se somete al chantaje económico y las amenazas militares con la otra. El mensaje es claro: la paz real no puede ser impuesta ni dictada por los opresores, debe ser conquistada por los oprimidos.

Ningún país ha sufrido el imperialismo estadounidense tan gravemente como Irán, lo que hace que sea tanto lógico como necesario que el liderazgo iraní trabaje por reducir las dificultades de su pueblo.

En 2015, el presidente Hasan Rouhani movilizó a la sociedad y dirigió su campaña electoral bajo el lema de eliminar las sanciones mediante la diplomacia y el compromiso con la comunidad internacional.

Sin embargo, el llamado “período de luna de miel” tras el acuerdo del JCPOA no logró traer mejoras tangibles a la vida diaria de los iraníes comunes.

La postura del gobierno en ese momento era que tanto el programa nuclear como la economía debían funcionar juntos, y la manera de lograr esto era mediante un acuerdo con Occidente para levantar las sanciones.

Esta suposición de que Occidente era confiable y cumpliría sus compromisos fue un grave error de cálculo. Tres años después, Trump asumió el cargo y destrozó la fachada democrática de la política estadounidense hacia Irán.

La hipocresía ya no estaba en la agenda; el supremacismo blanco se servía de manera cruda y directa; no era necesario ningún proceso ni manipulación. A diferencia de administraciones anteriores de EE.UU. que enmarcaban su agenda imperialista con una capa superficial de diplomacia, Trump abandonó la pretensión.

 

Las administraciones anteriores causaban daño con una sonrisa, ocultando su agresión tras la retórica. El enfoque abiertamente hostil de Trump dificultó que la hegemonía estadounidense mantuviera su engaño. Pero bajo ambas tácticas, ya fuera un apretón de manos o una amenaza, la realidad seguía sin cambios: supremacismo blanco y violencia, tanto en esencia como en acción.

En ese momento, el Líder de la Revolución Islámica advirtió al gobierno de la época sobre su confianza mal colocada en Occidente y predijo las consecuencias del acuerdo.

A lo largo de los años, ha enmarcado la resistencia desde diferentes perspectivas, exponiendo de manera consistente la naturaleza imperialista del comportamiento del enemigo. Esto refleja un aspecto fundamental del enfoque de Irán: los gobiernos toman decisiones, mientras que el Líder ofrece orientación sobre lo que mejor funciona en favor de la soberanía nacional y los intereses.

La sociedad, a su vez, aprende de la experiencia, tanto a nivel nacional como internacional, adaptándose y creciendo a través de lecciones.

Un discurso reciente en una reunión con estudiantes universitarios aclaró la dirección del gobierno. El pueblo iraní ya ha recorrido este camino, y los resultados que han presenciado de primera mano no pueden ser negados. Por eso, el Líder de la Revolución Islámica afirmó:

“Si el propósito de las negociaciones es levantar las sanciones, negociar con esta administración de EE.UU. no eliminará las sanciones. Las hará aún más estrictas y aumentará la presión”.

Este razonamiento no es especulación, proviene de la experiencia vivida, de décadas de confrontación con políticas estadounidenses que han demostrado repetidamente su hostilidad hacia Irán.

La paz real requiere un enfoque revolucionario para desmantelar el sistema global actual y construir uno nuevo que levante a los oprimidos, proteja los derechos humanos y traiga dignidad y bienestar.

Este tipo de paz no se trata solo de la ausencia de guerra; representa espiritualidad y creencias de que la liberación es real y posible. De esta manera, Irán es la fuerza revolucionaria, y sus ideas están dando forma a un nuevo orden global.

Ningún país apoya la paz más que Irán, y nadie en Irán aboga más por la paz que su líder, el ayatolá Seyed Ali Jamenei.

“Si hubiéramos querido construir armas nucleares, Estados Unidos no podría habernos detenido. El hecho de que no tengamos armas nucleares y no las estemos persiguiendo es porque nosotros mismos no las queremos por razones específicas”, comentó.

Esta declaración resalta el enfoque de Irán hacia la tecnología nuclear. Irán ya ha demostrado sus capacidades científicas y tecnológicas, pero ha optado por no desarrollar armas nucleares.

Esta decisión está basada en la ideología, no en la debilidad, a pesar de que tanto sus enemigos como sus aliados poseen tales armas. La entidad sionista, conocida por sus acciones agresivas, posee armas nucleares sin ningún tipo de restricción moral. Sin embargo, a pesar de estas circunstancias, Irán se ha abstenido deliberadamente de perseguir armas nucleares, algo que podría lograr de la noche a la mañana si lo deseara.

Estas declaraciones ilustran el compromiso de Irán con la paz, superando a cualquier potencia global actual.

Y el compromiso con la paz requiere poder, un tipo de poder que obliga al enemigo a darse cuenta de su error de cálculo. En el orden global actual, donde el genocidio está normalizado y la liberación se etiqueta como terrorismo, el poder de los oprimidos es crucial para continuar la lucha justa y mantener el frente unido contra las amenazas bélicas.

 

Esto es exactamente lo que el Líder enfatizó en la reunión: “Si los estadounidenses o sus agentes dan un paso en falso, sufrirán más daños que nadie”.

Este enfoque pionero es el que posee el Líder de la Revolución Islámica y enseña a otros líderes del mundo a adoptar. El enemigo debe recibir una lección: sufrir las consecuencias de su propia brutalidad, para que tales errores de cálculo no se repitan.

Este es el discurso de poder que rechaza la hostilidad mientras salvaguarda la paz y la integridad de Irán al mismo tiempo.

El Líder de la Revolución Islámica siempre ha dejado claro que los principios islámicos revolucionarios —igualdad, dignidad y justicia— no están en contra de la gobernanza práctica. Irán ha demostrado que estos valores pueden guiar a un país sin rendirse a las potencias imperialistas.

En Irán, a pesar de la falsa norma global, el pragmatismo es compatible con la ideología, y centrarse solo en el poder y los intereses materiales no se considera una estrategia justa.

Irán es un ejemplo único de un país que puede crecer y tener éxito manteniendo sus valores morales. Desafía la idea de que debemos abandonar los ideales para obtener resultados reales. En cambio, Irán demuestra que los valores revolucionarios pueden conducir a acciones reales que mejoren la vida de las personas.

Entonces, ¿cuál es la solución para que el pueblo iraní sufra menos dificultades y viva la vida económicamente avanzada que merece, mientras preserva su dignidad nacional?

La respuesta se ha proporcionado a lo largo del tiempo: una economía resistente que dependa de su propio pueblo y objetivos, en lugar de tener esperanza en el enemigo.

La fe en el enemigo debe ser reemplazada por fe en nosotros mismos, fortaleciendo los lazos con nuestros vecinos y aliados para neutralizar el impacto de las sanciones. El objetivo no es solo resistir, sino hacer que las sanciones sean ineficaces, asegurando que no puedan quebrarnos.

Esto solo es posible si la economía de Irán se construye sobre la comprensión de que las sanciones son permanentes, pero debemos ser más fuertes que las propias sanciones. Esto requiere desarrollar poder indígena y tecnología independiente que sea autosuficiente.

El fracaso de las sanciones debe ser incorporado al modelo de gobernanza de Irán, de modo que el enemigo —no el pueblo iraní— sea quien soporte las consecuencias de su campaña de máxima presión.

Desde la Revolución Islámica de 1979, Irán se ha mantenido fiel a sus principios, priorizando la dignidad de su pueblo sobre las presiones externas, incluidas las sanciones imperialistas más severas.

Mientras muchos países temen las consecuencias de enfrentarse a EE.UU. y sus aliados, Irán ha permanecido firme.

Y ahora, con Donald Trump de vuelta en la administración, el caos es aún más evidente. Incluso los aliados más cercanos de Washington están inquietos, sin saber cómo manejar a un presidente que se niega a mantener la ilusión de una coalición unificada de Occidente, porque esa coalición no existe.

El declive del imperialismo estadounidense es un hecho innegable y críticamente importante que debe ser integrado en la visión del mundo del Sur Global, y la resistencia de Irán ha jugado un papel decisivo en exponer esta realidad y revelar la verdadera naturaleza del enemigo, educando a la mayoría global de que EE.UU. quiere “engañar a la opinión pública mundial” (Último discurso del Líder).

Las grietas se están ampliando, no solo en el control de Washington sobre el Sur Global, sino también dentro de la propia alianza occidental. Irán puede no ser el único responsable de la caída de la hegemonía estadounidense, pero sigue siendo la fuerza más fuerte y constante que la desafía.

Y es por eso que Irán es el corazón de la revolución global.

* Nahid Poureisa es analista iraní e investigadora académica especializada en Asia Occidental y China.


Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.