Publicada: martes, 8 de octubre de 2024 0:00

Mientras se prevén conmemoraciones sionistas del 7 de octubre, se anticipan justificaciones masivas para la guerra genocida de Israel en Gaza.

Por: Iqbal Jassat *

Mientras el mundo se prepara para un frenesí de conmemoraciones patrocinadas por sionistas y apoyadas por Occidente en honor a las operaciones pioneras lideradas por HAMAS del 7 de octubre, conocidas como ‘Tormenta de Al-Aqsa’, se pueden anticipar masivas exhibiciones que justifiquen la guerra genocida de Israel en Gaza.

El objetivo del régimen israelí será frenar la significativa pérdida de apoyo en la opinión pública mundial tras su horrenda ofensiva en el territorio palestino, que continúa sin cesar un año después.

Más importante aún, los criminales de guerra sionistas estarán ansiosos por retomar el control de las narrativas falsas que construyeron en torno a los eventos del 7 de octubre del año pasado.

Sin embargo, a pesar de la considerable cantidad de recursos que el régimen de Tel Aviv ha invertido en construir una imagen de “gobierno racional” al mando del “ejército más moral del mundo”, la horrenda conducta de su guerra en Gaza no se desvanecerá entre la población.

Tampoco borrará de la memoria pública las escenas gráficas de cuerpos desmembrados de bebés en las ruinas de edificios bombardeados y los gritos desgarradores de jóvenes y viejos atrapados bajo toneladas de escombros de hormigón en todo el territorio asediado.

La naturaleza vengativa de la sangrienta matanza de palestinos que resultó en la pérdida de miles y miles de vidas, incluidas madres y bebés, médicos y trabajadores de la salud, voluntarios de ayuda humanitaria internacional y periodistas, encendió el mundo con ira, indignación y protestas.

Desde la perspectiva de los palestinos, en particular de los movimientos de Resistencia y de los grupos de solidaridad global que incluyen a muchas fuerzas progresistas, el 7 de octubre fue un momento definitorio para desafiar la normalización del colonialismo sionista.

Aunque recibió muchas críticas de Israel, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, estuvo acertado al subrayar la importancia de reconocer que el 7 de octubre no ocurrió en un vacío.

La evaluación de la ex Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, sobre el 7 de octubre fue igualmente precisa.

Dejó en claro que este evento no ocurrió en un vacío, sino que la operación fue precedida por décadas de violencia y represalias, despojo, ocupación ilegal y negación del derecho de los palestinos a la autodeterminación.

El 7 de octubre fue una respuesta natural a las décadas de opresión y confinamiento militar inhumano de 2,2 millones de palestinos en el mayor campo de concentración del mundo durante casi dos décadas.

Fue una rebelión justificada contra la negación de la libertad, la supresión de los derechos humanos fundamentales, el ataque a la dignidad y el control de su acceso a los servicios médicos, el agua potable, el combustible y la electricidad.

Como señaló un comentarista, Israel no podía reducir a los palestinos de Gaza a un “estado de absoluta miseria” y esperar que salieran del otro lado sin estar enfurecidos y traumatizados.

Por escandaloso que sea, la Hasbara (propaganda) israelí intentó presentar el ataque de HAMAS como una manifestación del nazismo.

Invocando recuerdos del Holocausto, el inmigrante polaco Mileikowsky/Netanyahu hizo afirmaciones ridículas para atraer la simpatía pública, pero también para ocultar las atrocidades de su régimen racista.

Gilbert Achcar escribió en su blog que el régimen sionista está dominado por el Likud, un partido con pedigrí fascista, e incluye ministros a quienes el historiador israelí del Holocausto Daniel Blatman, profesor del Instituto de Judaísmo Contemporáneo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, no dudó en calificar de “neonazis” en un periódico israelí.

Achcar planteó una pregunta pertinente: “... ¿estaban los palestinos liderados por HAMAS del 7 de octubre motivados principalmente por el antisemitismo, o por el odio hacia la opresión colonial israelí?”

“Las respuestas a estas preguntas deberían ser obvias para cualquiera que no esté cegado por el racismo antipalestino, antiárabe o antimusulmán y la ‘compasión narcisista hacia los israelíes blanqueados’”.

El desafío que enfrenta Netanyahu y su banda criminal de señores de la guerra ha sido engañar a la opinión pública al promover y sostener una narrativa que sostiene que el 7 de octubre ocurrió “sin provocación ni justificación alguna” y, por lo tanto, justifica el asalto genocida a Gaza.

Claramente, tales disparates no tuvieron eco en Sudáfrica. Al presentar cargos contra Israel en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el gobierno de Ramaphosa aportó evidencia que afirma que los “actos y omisiones” de Israel “son de carácter genocida porque están destinados a provocar la destrucción de una parte sustancial del grupo nacional, racial y étnico palestino”.

La galaxia de cerebros jurídicos de primera categoría enviados por Sudáfrica a La Haya también proporcionó pruebas que ponían de relieve la retórica pública israelí, incluidos los comentarios llenos de odio de Netanyahu, como prueba de la “intención genocida”.

El historiador israelí tenía razón al decir que la operación dirigida por HAMAS el 7 de octubre “puede compararse con un terremoto que golpea un edificio viejo”.

“Las grietas ya empezaban a aparecer, pero ahora son visibles en sus mismos cimientos”, escribió. “Más de 120 años después de su creación, ¿podría el proyecto sionista en Palestina —la idea de imponer un Estado judío en un país árabe, musulmán y de Oriente Medio (Asia Occidental)— estar enfrentándose a la perspectiva del colapso?”.

En los últimos 12 meses, desde el 7 de octubre, la locura homicida de Netanyahu, respaldada por Estados Unidos, ha extendido su genocidio por toda la región.

El asesinato del reverenciado líder del Movimiento de Resistencia islámica de El Líbano (Hezbolá), Seyed Hasan Nasralá, que siguió a la ejecución extrajudicial selectiva del líder de HAMAS, Ismail Haniya, en Teherán, ha escalado ahora hasta convertirse en un ataque militar en toda regla contra El Líbano.

El 7 de octubre ha revelado que el belicismo de Israel está en consonancia con la visión inmoral del mundo del sionismo, sustentada en el racismo, el expansionismo y el desafío a los valores civilizados.

* Iqbal Jassat es miembro ejecutivo de Media Review Network, Johannesburgo, Sudáfrica.


Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.