Tras una cesión sostenida a puerta cerrada, el Parlamento egipcio ha dado este lunes luz verde al presidente Abdel Fatah al-Sisi para intervenir militarmente en Libia con la finalidad de “defender la seguridad nacional”.
“Las fuerzas armadas y su liderazgo tienen licencia legal y constitucional para decidir el tiempo y el lugar de su respuesta contra estas amenazas”, reza el texto apoyado por unanimidad por los 510 diputados presentes.
Aunque el documento no se refiere explícitamente al país vecino, señala en cambio a “milicias armadas y criminales y elementos terroristas extranjeros”, en una clara referencia a los mercenarios enviados por Turquía a Libia en respaldo al Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN) de Trípoli y su campaña para apoderarse con el control de la ciudad oriental libia de Sirte.
El despliegue se realizará en el “frente oeste”, es decir, la frontera con el vecino libio. La movida amenaza con agravar el caos en Libia, y podría enfrentar a Egipto y Turquía —que apoyan dos bandos opuestos del conflicto— directamente.
Libia se ha visto arrastrada por una espiral de violencia desde que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) derrocó en 2011 al dictador Muamar Gadafi, lo que dio lugar a luchas intestinas por el poder, enfrentamientos entre grupos rivales y a la proliferación de bandas extremistas o mafias que trafican con migrantes irregulares que pretenden viajar de África a Europa, entre otros flagelos.
En Libia existen en la actualidad dos centros de poder en disputa: el GAN, presidido por Fayez al-Sarraj, asentado en Trípoli y reconocido internacionalmente; y el Ejército Nacional de Libia (ENL), comandado por el mariscal de campo, Jalifa Haftar, con sede en la ciudad oriental de Tobruk y que tiene el respaldo de Egipto, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Francia, entre otros países.
En abril del año pasado, las fuerzas de Haftar lanzaron una gran ofensiva para apoderarse de la ciudad capitalina de Trípoli, pero su campaña militar fracasó, ya que Turquía, interviniendo militarmente en la contienda en junio de ese mismo año, ayudó al GAN a conseguir importantes victorias, como el control de todo el noroeste libio.
Tras el fracaso de Haftar en junio, el Gobierno egipcio elevó el tono belicista, amenazando con entrar en la guerra si las fuerzas del Ejecutivo de Trípoli insisten en conquistar Sirte, la ciudad natal de Gadafi y puerta de salida del petróleo, y Jufra, el distrito donde está emplazada la principal base militar de Haftar. De hecho, Al-Sisi, calificó ambos enclaves de “líneas rojas” el mes pasado.
Los tambores de guerra en un país dividido en dos cuya población lleva años atrapada entre trincheras y luchas de poder preocupan a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), alarmada por el tránsito de mercenarios y armamento desde ambos bandos.
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