La corrupción dejó a México con un saldo negativo en el 2021. Según la organización internacional independiente Proyecto Internacional de Justicia, México se ubicó en el lugar 135 de 139 en el ranking de ausencia de corrupción. En la historia reciente, han surgido nombres de políticos de alto nivel relacionados con actos de corrupción.
Este 2022, el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, enfrentó cuestionamientos sobre una presunta relación con líderes de grupos delictivos, luego de que apareció una fotografía con tres de ellos. El gobernador salió al paso y respondió que no tiene nada que ver con delincuentes.
Otro nombre prominente, el de Delfina Gómez, Secretaria de Educación, acaparó reflectores. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sancionó a su partido por haber descontado el 10 % del salario de los trabajadores del Ayuntamiento de Texcoco, cuando era presidenta municipal. Un fondo que según el tribunal fue a parar a su partido, Morena. Tal fue la resonancia política del caso que el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo que hablar para defenderla.
Otros nombres de altos funcionarios aparecieron con acusaciones sobre corrupción, luego de investigaciones hechas por organizaciones civiles como Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad. Fueron los de la exsecretaria de la Función Pública o el secretario particular del Presidente de México, en todos los casos, el mandatario, asegura que son ataques con fines políticos, ya que sus colaboradores son honestos. La oposición no piensa lo mismo.
A México le urge un cambio en materia de combate a la corrupción. Los funcionarios deshonestos deben ser primero investigados a fondo por las autoridades, no solo por periodistas y organizaciones civiles y después castigados si son encontrados culpables. México pierde mucho por la corrupción.
Arturo Calvillo, Ciudad de México.
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