La voz de alerta la ha dado este jueves el general estadounidense Curtis Scaparrotti, comandante supremo de la Alianza Atlántica en Europa (SACEUR, por las siglas en inglés del cargo).
El alto mando militar ha exceptuado de esa consideración los lugares en los que se está combatiendo físicamente, como Siria, Afganistán e Irak, donde el grupo se mantiene activo a gran escala.
(La amenaza terrorista general de EIIL es) probablemente más alta en Europa que cualquier otra parte del globo”, advierte el Comandante Supremo de la Alianza Atlántica en Europa (SACEUR, por sus siglas en inglés), Curtis Scaparrotti.
Scaparrotti presentaba su análisis tras el atentado terrorista perpetrado el miércoles por Daesh en Londres, capital británica, que dejó un total de 4 muertos y más de 40 heridos, y advertía después que el incidente “subraya de nuevo el entorno dinámico existente en Europa”.
A su juicio, el continente europeo se enfrenta a dos principales desafíos: el flujo de terroristas que regresan a Europa desde Siria y otros lugares de conflicto y la amenaza interna que constituyen las personas inspiradas o dirigidas por la banda takfirí.
Rusia “posiblemente” aprovisione a los talibanes
En otro momento de sus declaraciones, hechas en una comparecencia en el Congreso estadounidense, el general ha manifestado que Rusia “posiblemente” aprovisione al grupo armado Talibán, contra el que luchan tanto el Ejército afgano como las fuerzas desplegadas en Afganistán por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Para el alto mando estadounidense, Rusia busca convertirse en un “actor mundial”, y para ello está extendiendo su influencia en varios lugares, incluidos Afganistán y Siria. Scaparrotti ha asegurado que en el caso de Afganistán, Moscú quiere mantener relaciones con los talibanes y “posiblemente incluso abastecerlos”. Sin embargo, ha rehusado ofrecer más detalles a este respecto.
En febrero, el jefe de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, el general John Nicholson, había acusado a Rusia de formar parte de los países que dan “influencia y legitimidad” a los talibanes, contrariando así los esfuerzos de la OTAN para estabilizar el país.
En reacción a las afirmaciones de Nicholson, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia ha rechazado las acusaciones de ese tipo por parte de EE.UU. calificándolas de “teorías conspirativas” y asegurando que ni ha enviado ni envía armas a los talibanes, y que Washington busca culpar a Moscú de su propio fracaso en Afganistán.
La OTAN finalizó en diciembre de 2014 su misión de combate en el país asiático, devastado por la guerra, y retiró sus tropas, aunque 13.000 efectivos de la Alianza Atlántica, la mayoría de ellos estadounidenses, continúan allí para operaciones de entrenamiento y antiterrorismo. Muchos creen que su presencia, en vez de incrementar la seguridad, ha convertido el país en un lugar más inseguro.
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