Un artículo publicado el jueves por The New York Times señaló que durante la campaña presidencial, los periodistas examinaron con frecuencia el impacto de la guerra israelí en Gaza sobre los votantes árabes y musulmanes, particularmente en Michigan.
El enfoque es comprensible dada la importancia electoral de Dearborn, una ciudad predominantemente árabe estadounidense que apoyó a Joe Biden en 2020. Sin embargo, los resultados recientes indicaron que Donald Trump superó a Kamala Harris allí por aproximadamente seis puntos porcentuales en las elecciones presidenciales del martes.
Según el análisis, centrarse únicamente en las repercusiones políticas de la guerra en Gaza a través de la lente de la identidad étnica o religiosa pasa por alto un aspecto crucial. Durante el último año, la matanza y el hambre de los palestinos por parte de Israel (financiados por los contribuyentes estadounidenses y transmitidos en directo por las redes sociales) han desencadenado uno de los mayores auges del activismo progresista en una generación.
Muchos estadounidenses que se han visto obligados a actuar por la complicidad de su gobierno en la destrucción de Gaza no tienen ninguna conexión personal con Palestina o Israel. Como muchos estadounidenses que protestaron contra el apartheid sudafricano o la guerra de Vietnam, su motivación no es étnica ni religiosa, sino moral.
El artículo se destaca que la indignación por el apoyo de Estados Unidos a las acciones israelíes en Gaza ha sido especialmente fuerte entre los jóvenes estadounidenses y las comunidades negras. La solidaridad con los palestinos ha aumentado, como se vio en más de 100 campus universitarios donde se establecieron campamentos pro palestinos.
En febrero, el Consejo de Obispos de la Iglesia Metodista Episcopal Africana, una importante congregación negra, condenó la guerra en Gaza como un “genocidio masivo” e instó a la administración Biden-Harris a detener su financiación. De manera similar, en junio, la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés) también instó a poner fin a los envíos de armas a Israel.
Según una encuesta de CBS News de junio, si bien la mayoría de votantes mayores de 65 años apoyaba la venta de armas a Israel, los votantes más jóvenes, en particular los menores de 30 años, se oponían abrumadoramente a este asunto por más de tres a uno. Además, el 75 por ciento de los votantes negros estaba a favor de cortar el suministro de armas a Israel, en comparación con el 56 por ciento de los votantes blancos.
El autor analizó las encuestas previas a las recientes elecciones, que muestran una caída significativa del apoyo a Kamala Harris entre los votantes jóvenes y negros en comparación con el resultado de Joe Biden en las elecciones de 2020.
A pesar de ser más joven que Biden y de identificarse como negra, Harris vio una caída notable en el apoyo de los votantes menores de 29 años, según las encuestas de CNN, The Washington Post, Fox News y The Associated Press. A pesar de ser negra, CNN y The Washington Post indicaron que tuvo la aprobación ligeramente peor que Biden entre los votantes negros, mientras que Fox News y The Associated Press mostraron una caída significativamente peor entre este sector.
Si bien muchos votantes jóvenes y negros estaban insatisfechos con la economía y algunos posiblemente atraídos por la postura de Donald Trump sobre la inmigración, estos factores no explican por completo el pobre desempeño de Harris. Cabe destacar que el porcentaje de apoyo a Harris entre votantes blancos y de mayor edad fue igual al de Biden, e incluso ganó terreno entre los votantes mayores de 65 años.
Ante tal panorama, el artículo considera el apoyo de Kamala Harris a la guerra israelí en Gaza como el factor que influyó en su pérdida de apoyo entre los principales electores demócratas.
A pesar de la abrumadora evidencia de que los electores más fieles del Partido Demócrata querían poner fin a las ventas de armas a Israel, la administración Biden siguió enviándolas, incluso después de que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, expandiera la guerra al Líbano. Y Harris no solo no rompió con la política de Biden, sino que hizo todo lo posible para que los votantes que se preocupan por los derechos palestinos se sintieran mal recibidos.
Todo esto le dio una oportunidad a Trump. Según el informe, su campaña descubrió que los votantes indecisos en los estados clave tenían una probabilidad seis veces mayor de verse influidos por la guerra de Gaza que los votantes de otros estados clave.
Trump aprovechó esta situación prometiendo ayudar a que “el Oriente Medio (Asia Occidental) vuelva a una paz real” y criticó a la exrepresentante Liz Cheney, con quien Kamala Harris había hecho campaña, calificándola de “halcón de la guerra radical”. Al igual que Richard Nixon en 1968, que apeló a los votantes pacifistas prometiendo “un final honorable para la guerra de Vietnam”, Trump se presentó –aunque de manera poco sincera– como el candidato que abogaba por la paz.
Desde hace meses, los comentaristas cercanos al movimiento por los derechos palestinos han estado preocupados por esta misma situación. En agosto, el analista palestino-estadounidense Yousef Munayyer advirtió que “a menos que Harris tome algunas medidas para romper con la política de Biden hacia Israel, el mismo problema que ayudó a hundir a un Joe Biden ya vulnerable ante su base podría poner grandes obstáculos en su camino hacia la victoria”.
El artículo argumenta que las personas profundamente comprometidas con los derechos palestinos rara vez ocupan puestos influyentes en las campañas demócratas. Durante décadas, el partido ha tratado la lucha por la libertad palestina como un tabú. Sus líderes se han empeñado tanto en marginar esta cuestión, a pesar de su declarado compromiso con los derechos humanos. Incluso en medio de lo que destacados académicos llaman un genocidio, Harris optó por alinearse con figuras como Cheney en lugar de abogar junto a voces progresistas firmes como la congresista de origen Palestino, Rashida Tlaib.
A pesar de las pruebas claras de lo contrario, la campaña de Harris no reconoció que los votantes progresistas ya no aceptan la llamada “excepción palestina”. El análisis sostiene que el único camino viable para el Partido Demócrata es alinear sus políticas sobre Israel y Palestina con los principios más amplios de la igualdad humana y el derecho internacional. En el panorama político actual, apoyar la libertad palestina se ha convertido en un principio básico de los valores progresistas, y seguir defendiendo la “excepción palestina” no es solo inmoral, sino políticamente desastrosa.
“Durante mucho tiempo, los palestinos de Gaza y otros lugares han estado pagando con sus vidas esa excepción. Ahora los estadounidenses también están pagando por ello. Puede costarnos nuestra libertad”, concluye el informe.
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