El secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, ha admitido este domingo que no ha visto ninguna “prueba” concluyente de que el comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, teniente general Qasem Soleimaní, asesinado el pasado viernes en una operación estadounidense en Bagdad, planeara atacar cuatro embajadas del país norteamericano en la región, como afirma Trump.
La madrugada de 3 de enero, Soleimani, y el subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, y varios otros compañeros cayeron mártires en un ataque aéreo lanzado por EE.UU. contra los vehículos en los que viajaban cerca del Aeropuerto Internacional de Bagdad (capital iraquí).
Horas después, el Pentágono confirmó que la orden de tal magnicidio vino directamente del mandatario estadounidense con el objetivo, según él, de “disuadir a Irán” y proteger los intereses de EE.UU. en el oeste de Asia.
“No vi ni una [sola evidencia] respecto a las cuatro embajadas”, ha aseverado Esper a la cadena local CBC sobre la afirmación del inquilino de la Casa Blanca acerca de que el destacable general iraní supuestamente planeaba ataques contra cuatro legaciones estadounidenses en la región antes de ser asesinado, una amenaza que Trump tildó de “inminente”.
Sus declaraciones añaden dudas al inverosímil relato de Trump para justificar la misión contra Soleimani— figura crucial en la lucha antiterrorista en la región—, ya que el líder republicano dijo inicialmente que el comandante planeaba ataques indefinidos contra objetivos estadounidenses, luego precisó que quería “volar” la embajada en Bagdad y después habló de planes contra otras misiones.
Ante la variedad de versiones, el congresista independiente Justin Amash, que abandonó el año pasado el partido republicano, acusó el viernes a Trump de “mentir o embellecer las cosas” con su afirmación sobre las cuatro embajadas.
El asesinato del notable general persa por parte de las fuerzas estadounidenses propició una situación de extrema peligrosidad que estuvo a punto de enfrentar militarmente a ambos países, ya que Irán, conforme al principio del derecho internacional de autodefensa recogida en la Carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), según sus autoridades, respondió al atentado terrorista con una contúndete represalia, el 8 de enero, al atacar lanzando una decena de misiles contra dos bases norteamericanas en el territorio iraquí.
krd/lvs/rba