Esta dura realidad ha sido revelada luego de que la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos permitiera el domingo a los periodistas visitar brevemente las instalaciones donde mantiene a las familias detenidas en la frontera sur de Estados Unidos.
Los agentes, sin embargo, no dejaron que los reporteros entrevistaran ni tomaran fotos a ninguna de las personas detenidas, en el marco de la política de “cero tolerancia” de la Administración del presidente de EE.UU., Donald Trump.
Más de 1100 personas se encontraban dentro de un grande, viejo y oscuro almacén, dividido en secciones separadas para niños no acompañados, adultos solos, y madres y padres con niños. Las jaulas en cada sección se abren en áreas comunes para usar baños portátiles. La iluminación del techo en el almacén permanece encendida todo el día.
La Patrulla Fronteriza dijo que cerca de 200 personas dentro de la instalación eran menores sin la compañía de un padre. Otras 500 eran “unidades familiares”, padres e hijos. Muchos adultos que cruzaron la frontera sin permiso legal podrían ser acusados de entrada ilegal y ser encarcelados, quedando separados y lejos de sus hijos.
Una jaula tenía 20 niños adentro. Dispersos alrededor hay botellas de agua, bolsas de papas fritas y grandes láminas de aluminio destinadas a servir como mantas.
Cerca de 2000 niños han sido separados de sus padres desde que el Fiscal General Jeff Sessions anunció la política, que ordena a los funcionarios de Seguridad Nacional remitir todos los casos de entrada ilegal a Estados Unidos para su enjuiciamiento. Grupos religiosos y los defensores de los derechos humanos han criticado duramente esta política, calificándola de inhumana.
Incluso, el exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) Michael Hayden compara la política de la Administración estadounidense a las deportaciones masivas de la Alemania nazi. También la primera dama de EE.UU., Melania, ha expresado su “odio” hacia la política migratoria de su esposo.
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