En Ginebra, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados ha pedido tanto a Australia como a Papúa Nueva Guinea que resuelvan de manera pacífica la crisis humanitaria que crece en el centro de detención de la isla de Manus.
Ayer jueves, Papúa Nueva Guinea dio dos días de plazo a los más de 600 solicitantes de asilo que ocupan el clausurado centro de detención para abandonar el lugar. En caso contario, utilizarían la fuerza. Dijo que el desalojo se realiza por cuestiones de higiene. Australia, a su vez, se mostró indiferente y explicó que estas personas serán reubicadas en otras partes de Manus.
Pese a la inhumana situación que viven, sin comida, agua potable ni luz, los cientos de solicitantes de asilo optaron por quedarse allí por temor a represalias por parte de los isleños, o a ser deportados.
El centro de refugiados de Manus y otro de Nauru, en el Pacífico, abrieron después de que Australia reactivara en 2012 su controvertido mecanismo de trámite de solicitudes de asilo en terceros países.
La ONU y algunos grupos pro derechos humanos han criticado estos centros de detención calificando de inhumana la situación en que viven los internos. La mayoría de estas personas han huido de la miseria y la guerra de países como Siria, Afganistán, Paquistán y Somalia, entre otros.
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