Los terroristas, por motivaciones económicas, saquearon los yacimientos y extrajeron piezas que luego vendieron o introdujeron en subastas públicas en el Occidente, tras blanquear su origen.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha condenado los ataques terroristas contra el patrimonio cultural, considerándolos “crímenes de guerra”.
tqi/ctl/nii/