Por: Iqbal Jassat *
Como un testimonio notable de la resistencia de un pueblo que logró llevar a cabo uno de los movimientos socio-políticos más destacados y populares de la historia moderna, la República Islámica de Irán celebró la semana pasada el 46.º aniversario de la victoria de su Revolución Islámica.
Desde Varsovia hasta El Cairo y desde Pretoria hasta las capitales de todo el mundo que mantienen relaciones diplomáticas con Irán, los eventos que marcaron la conmemoración de la revolución no solo señalaron la fuerza y estabilidad de la República Islámica, sino también el valor estratégico de esos lazos.
Igualmente notable es que la base de la política exterior de Irán, tal como la encapsuló el líder icónico de la Revolución Islámica de 1979, el Imam Jomeini (que descanse en paz), en el amanecer de la histórica revolución que transformó un régimen cliente occidental represivo y pomposo liderado por el Shah, en una República Islámica popular y de base popular, ha permanecido firme.
Un mensaje contundente reafirmando el compromiso inquebrantable de Irán con la lucha por la libertad de Palestina —formando esta base— se escuchó claramente durante estas conmemoraciones.
Lejos de ser meramente simbólico, fue notable y estratégico que los embajadores de Irán consideraran esencial honrar la memoria de los mártires del movimiento de resistencia palestino.
Subrayaron que el acuerdo de alto el fuego entre el Movimeinto de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS), con base en Gaza, y el régimen sionista ocupante, marcó una victoria decisiva para la resistencia, que valientemente soportó quince meses de horror, devastación y masacre masiva.
A pesar del sufrimiento y el dolor causados por el genocidio y los desplazamientos forzados, la resiliencia, el coraje y la firmeza de los palestinos resonaron como los ecos de las décadas de lucha que los iraníes libraron contra las potencias occidentales y sus falsos “Tronos del Pavo Real”.
Para consternación del régimen israelí, que junto con los Estados Unidos y los déspotas árabes no electos había librado innumerables campañas para imponer el llamado “cambio de régimen” en Teherán, el 46.º aniversario de la Revolución Islámica definió un momento crucial en la historia de Irán.
La revolución exitosa vio el surgimiento de una era basada en independencia, libertad y justicia. A lo largo de casi cinco décadas de hostilidad, guerra y sanciones, los iraníes pueden sentirse orgullosos de su enorme progreso en diversos campos.
Estudios de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) confirman que ha habido un crecimiento exponencial en las empresas basadas en el conocimiento y en las start-ups, lo cual se atribuye a una mayor demanda interna combinada con la multiplicación de incubadoras y aceleradoras tecnológicas desde el lanzamiento de los primeros centros públicos de innovación del país en 2015.
Sin lugar a dudas, el ritmo de crecimiento en ciencia y tecnología se debe a las políticas gubernamentales, a diferencia del estancamiento que existió durante la era del Shah antes de 1979.
Además, en un artículo reciente, el economista italiano Giancarlo Elia Valori fue claro al señalar que, con el paso del tiempo desde la Revolución Islámica, se ha dado un gran paso hacia la autonomía de diversas instituciones en el país del Golfo Pérsico, incluidas las universidades.
“Aumentar el número y mejorar la calidad de las universidades ha sido una de las principales medidas implementadas desde la primera mitad de la década de 1980”, escribió Valori.
Más allá de esto y en el contexto de la obsesión de Israel por socavar y destruir los logros revolucionarios de Irán, sin excluir el cambio de régimen, la República Islámica ha desarrollado una industria de drones y misiles altamente sofisticada.
Dadas tales hostilidades malignas, es necesario comprender que Teherán considera la tecnología de drones y misiles como crucial para resistir y desafiar las ambiciones hegemónicas tanto de Estados Unidos como de Israel dentro de Irán y la región más amplia de Asia Occidental.
El exitoso derrocamiento por parte de Irán de un títere estadounidense bien armado ha significado que la llamada “superpotencia” mundial, ahora en manos de un idiota errático e impredecible llamado Donald Trump, hará todo lo posible para socavar y revertir los logros de la Revolución Islámica.
Desde la reocupación de la Casa Blanca por parte de Trump, Washington ha reinstaurado su política de “máxima presión” sobre Teherán, pero también ha señalado su disposición a reabrir las negociaciones nucleares.
Sin embargo, durante su discurso conmemorativo, el Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, rechazó cualquier perspectiva de conversaciones, afirmando: “No se debe negociar con tal gobierno; no es sabio, ni inteligente, ni honorable”.
“Los estadounidenses se sientan y redibujan el mapa del mundo, pero solo en papel, ya que no tiene base en la realidad”, declaró.
Los líderes de HAMAS que participaron en las celebraciones del 46.º aniversario felicitaron al ayatolá Jamenei y expresaron su gratitud por el apoyo continuo de Irán.
El Líder de Irán recibió a jefe del Consejo Asesor del Movimiento de HAMAS, Mohammad Ismail Darvish; el subjefe político de HAMAS, Jalil al-Haya; y el jefe de HAMAS en Cisjordania ocupada, entre otros funcionarios, en la víspera del aniversario de la Revolución Islámica de 1979.
El ayatolá Jamenei describió el acuerdo de alto el fuego como un gran logro y pidió al mundo musulmán y a todos los partidarios de la resistencia ayudar a reducir el dolor y sufrimiento de los palestinos.
Para reafirmar la solidaridad incondicional de Irán y su apoyo a la lucha por la libertad de Palestina, que ha sido un pilar fundamental de la política exterior del país desde la Revolución de 1979, dejó claro: “El asunto de Palestina es un tema principal para nosotros y la victoria de Palestina es un tema definitivo”.
* Iqbal Jassat es miembro ejecutivo de Media Review Network (Red de Revisión de Medios), Johannesburgo, Sudáfrica.
Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.