Revisar los eventos y conspiraciones de los enemigos muestra que después de experimentar el fracaso en 2009, los enemigos llegaron a la conclusión de que, para derrotar a la Revolución Islámica y destruir un Irán fuerte, debían atacar otras áreas de la sociedad iraní más allá de la esfera política. Para lograr sus objetivos comenzaron una guerra híbrida a gran escala durante más de una década contra la nación persa.
La base de esta guerra fue económica. Durante más de una década, usando diversas excusas, los occidentales impusieron a la nación persa las sanciones más severas en la historia de la humanidad. Durante este período, simultáneamente con la guerra económica, lanzaron una guerra mediática utilizando del espacio virtual y las redes sociales y emplearon otros niveles de guerra combinada, lo que provocó disturbios transitorios en Irán.
Los disturbios de 2016 y 2018 demostraron que el tema de la economía y el sustento no tienen el poder suficiente para crear un motín a nivel nacional en Irán. Una década de intensa guerra económica que no ha podido destruir las herramientas del poder de Irán y limitar su influencia en el mundo, el Occidente recurrió a otra herramienta; atraer a miles y hasta millones de hombres y mujeres a las calles para protestar contra el Gobierno iraní. Los medios enemigos usaron de las redes sociales y los últimos métodos de guerra cognitiva para incitar al caos.
La muerte de una joven en un centro policial en Teherán tenía los mejores elementos necesarios para iniciar un gran caos. Las redes sociales como Twitter e Instagram y medios internacionales y el apoyo de algunos regímenes como Arabia Saudí causaron disturbios violentos en Irán y provocaron la muerte de decenas de los civiles. El uso de los servicios de inteligencia para incitar disturbios y guerra callejera, recursos financieros como criptomonedas, etc., fue solo una pequeña parte de las herramientas que los enemigos de Irán usaron para avanzar en los recientes disturbios.
A pesar de estos planes y fuertes operaciones en los primeros 10 días de los disturbios callejeros, los occidentales se dieron cuenta de que son claramente incapaces de lograr el gran objetivo de derrocar a la República Islámica de Irán o incluso hacer que la República Islámica de Irán sea pasiva y acepte las condiciones de Occidente.
El proceso de manejo de campo de los disturbios, contrariamente a las expectativas del enemigo y la falta de cooperación de la gente con los alborotadores y la falta de respuesta a las numerosas llamadas de los servicios de inteligencia del enemigo, dejó en claro muy pronto que el público en general de Irán , a pesar de toda la maldad de los enemigos y de las carencias y problemas internos, sigue afiliado a la revolución, la religión y la integridad territorial.
Hoy, después de 100 días, los disturbios organizados y planificados desde el exterior han sufrido una severa derrota. Estos disturbios, además de la información de campo y la guerra mediática abierta, indicaban claramente la implementación de un fuerte proyecto para derrocar el sistema en Irán.
Aunque esta sedición ha fracasado por completo, pero todavía tiene motivos para su repetición y las herramientas del enemigo utilizadas en ella siguen activas e intactas en gran medida, y el enemigo también está tratando de allanar el terreno para el estallido del caos nuevamente, esta vez con el pretexto de problemas económicos.
Estos hechos, por un lado, exigen que los funcionarios gubernamentales presten más atención a los temas económicos y un manejo más serio y preciso de las fluctuaciones de divisas, y, por otro lado, advierten a los funcionarios de diversas instituciones gubernamentales, que una guerra combinada no ha terminado, y para hacerle frente, todas las capacidades del país deben activarse total e integralmente y entrar en el campo de neutralizar las tramas del enemigo en una forma planificada e inteligente.