Una victoria republicana en Arizona, junto con una victoria en California, otorgaron al Partido Republicano los 218 escaños en la Cámara de Representantes que constituyen la mayoría. Los republicanos también habían ganado anteriormente el control del Senado. Mientras que los demócratas suman 208, con nueve asientos aún por definir.
Esta victoria se suma al liderazgo que los republicanos ya tienen en el Senado, lo que otorga al presidente electo, Donald Trump, un apoyo legislativo total.
Con el control del Congreso, Trump podrá aprobar reformas, medidas y nombramientos sin grandes obstáculos, una situación similar a la que vivió en sus primeros dos años de mandato. Además, la relación entre el presidente y los legisladores republicanos es más fluida que durante su anterior administración, lo que podría facilitar su agenda política.
Además de su presencia en el legislativo, los conservadores cuentan con una mayoría sólida en el Tribunal Supremo, lo que refuerza aún más su poder en los tres principales poderes del Gobierno estadounidense.
El dominio republicano le permite a Donald Trump avanzar con su agenda política centrada en recortes de impuestos para empresas, trabajadores y jubilados. Entre sus prioridades, el futuro mandatario pretende extender los recortes fiscales de 2017, así como aumentar la financiación del muro fronterizo con México, y llevar a cabo reducciones de presupuesto en programas como el Departamento de Educación.
Las victorias electorales de los republicanos aseguran que el Congreso respaldará esa agenda, y que los demócratas se verán casi impotentes para contrarrestarla.
Donald Trump ganó las elecciones presidenciales del cinco de noviembre pasado, y ocupará la Casa Blanca en su segundo período de mandato, en enero de 2025.
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