El secretario de Estados de Estados Unidos, Antony Blinken, celebró el viernes por la noche las sanciones impuestas la misma jornada por el Departamento de Tesoro estadounidense contra cuatro personas y dos entidades iraníes, que según afirmó, están vinculadas al avanzado programa de drones de Irán.
Mediante un comunicado, el máximo diplomático del país norteamericano aseguró que Washington utilizará todos los medios a su alcance, incluidas sanciones, para hacer frente a la proliferación de drones iraníes.
Blinken reiteró también, vía Twitter, el firme compromiso de Washington con contrarrestar lo que llamó las “actividades amenazadoras” de Irán en materia del uso de los aviones no tripulados.
Las compañías afectadas son Kimia Part Sivan Company y Oje Parvaz Mado Nafar Company, ambas con sede en Irán, y dedicadas, según el Departamento de Tesoro, a ofrecer suministros, equipamiento y tecnología al programa de vehículos teledirigidos del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI).
El Tesoro acusó, sin prueba alguna, a Irán de estar implicado en ataques con drones a las fuerzas estadounidenses y sus socios en la región de Asia Occidental, así como al “transporte marítimo internacional”.
Irán, que rechaza categóricamente cualquier implicación directa o indirecta en ataques al personal o instalaciones estadounidenses en la región, denunció el viernes que los nuevos embargos “exponen el comportamiento incoherente de la Casa Blanca”.
A pesar de que la Administración estadounidense, presidida por Joe Biden, habla de su intención de regresar al acuerdo nuclear de 2015 con Irán, sigue con la misma política de su antecesor, Donald Trump, así criticó ayer el portavoz de la Cancillería iraní, Said Jatibzade, para luego aseverar que la Casa Blanca “está enviando el mensaje de que no es para nada confiable”.
Los nuevos embargos fueron anunciados a pocas semanas de la reanudación de las conversaciones de Viena (Austria) —previstas para antes de finales de noviembre— entre Irán y los firmantes del pacto, destinadas a revivir el acuerdo nuclear, muy debilitado tras la salida de EE.UU. en 2018.
Tras la salida unilateral del convenio nuclear, Estados Unidos reimpuso todos los embargos que se habían levantado en virtud del pacto, e impulsó una campaña de “máxima presión” para obligar a Teherán a sentarse a la mesa de diálogo y forjar uno nuevo que limite entre otros el poder defensivo de Irán.
Irán al defender su derecho legítimo a desarrollar armas convencionales, rechaza cualquier concesión más allá del marco del pacto e insiste en que cualquier negociación debe conllevar a la eliminación completa de los embargos.
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