Cuando el conteo de votos comenzó a favorecer al candidato demócrata tras las elecciones del 3 de noviembre, Joe Biden, el presidente de EE.UU., Donald Trump, se puso a cuestionar el sistema electoral y denunció una conspiración urdida por los demócratas para robarle las elecciones por medio de un “fraude electoral” y planteó la posibilidad de impugnar los resultados ante la Corte Suprema de EE.UU.
Trump no reconoce los resultados ofrecidos en base a proyecciones de los principales medios estadounidenses que dan la victoria a Biden para convertirse en el 46.° presidente de Estados Unidos, a pesar de que funcionarios electorales de ambos partidos políticos han declarado públicamente que la elección se desarrolló correctamente sin que hubiera indicios suficientes de votos mal contados o emitidos ilegalmente que revirtieran el resultado.
Ante esa postura, nada convencional por parte del inquilino de la Casa Blanca, el número dos de los republicanos en el Senado, John Thune, dijo en una entrevista concedida el jueves en la cadena de televisión CNN, que cree “que tiene sentido que Biden empiece a recibir información de los servicios de inteligencia”.
En esa misma línea, se pronunció uno de los senadores más fieles a Trump, Lindsey Graham, quien aseguró a la CNN que a su parecer Biden debería recibir esos informes confidenciales.
También opinaron lo mismo el republicano más veterano del Senado, Chuck Grassley, y los senadores conservadores Rob Portman, Susan Collins y James Lankford.
Esas declaraciones de políticos republicanos fueron una muestra más de que el partido de Trump sabe que ha perdido la Casa Blanca, pero no se atreve a desafiar abiertamente al dirigente republicano, en parte porque podría necesitar su ayuda para retener el control del Senado, cuya composición no se decidirá hasta enero, por una repetición extraordinaria de los comicios legislativos en Georgia, debido a que ninguno de los aspirantes de ambos partidos para la Cámara Alta no ha superado el umbral del 50 % de los votos emitidos en este estado.
Tradicionalmente, los presidentes electos en EE.UU. comienzan a recibir informes diarios de las agencias de inteligencia en cuanto se confirma su victoria en los comicios, algo que no ha ocurrido con Biden.
Solo cuatro senadores del partido republicano, Collins, Mitt Romney, Lisa Murkowski y Ben Sasse, han reconocido el triunfo de Biden, mientras que otros, como Marco Rubio, Pat Toomey y Mike Rounds sugieren al Gobierno de Trump permitir que el demócrata inicie el proceso de transición.
Entre las filas de los gobernadores republicanos hay también voces díscolas que no respaldan la postura de Trump, como son los de Ohio, Maryland, Massachusetts y Vermont, quienes ya han felicitado a Biden; como ha hecho también el expresidente George W. Bush (2001-2009).
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