La tarde iluminaba la bahía. Este grupo disfrutaba de un momento de calma ante las protestas contra la brutalidad policial. Parecía una tarde agradable en Miami, entre piruetas de adolescentes. Incluso estos gallos (en vídeo) peleaban en los jardincitos del parque. Pero proféticamente, las cosas terminaron así. A puño limpio entre manifestantes y policías. Ni la prensa se salvó los excesos.
Anteriormente los congregados hacían un homenaje al libertador Simón Bolívar tras pintarles las caras y manos de rojo sangre a las estatuas de Cristóbal Colón y Ponce de León. Estos dos últimos, referentes históricos y culturales de la violencia y genocidio en contra de los pueblos oprimidos, parte de los reclamos del movimiento social que revivió en el país tras el asesinato de George Floyd.
No obstante, aún con las mejores intenciones, tanto manifestantes así como uniformados terminaron en este pandemonio de puñetazos, arrestos, mordiscos, patadas voladoras, etcétera. En este instante, varios involucrados en la lucha resultan seriamente heridos.
La escena que tengo a mis espaldas se ha convertido en una escena cotidiana en distintas ciudades del país. Y es que los ciudadanos salen a las calles enfrentados con sus autoridades exigiendo justicia y básicamente el fin de la impunidad.
En este sentido, los enfrentamientos en el seno de la sociedad estadounidense no solo obedecen al abuso de autoridad, sino también a la polarización racial y profunda desigualdad que ha generado el discurso de los líderes políticos. Estos fallaron absolutamente en mantener el bienestar social.
La doctora Claudia Álvarez que acudió a la escena de violencia explica cómo el centro de Miami y el resto del país se han convertido en zonas de guerra.
Marcelo Sánchez, Miami (Florida).
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