Como cada sábado, desde principios de año, una multitud de israelíes salieron a las calles de diversas ciudades para expresar su oposición al plan del gabinete de Benjamín Netanyahu. Se estima que al menos unas 143 000 personas protestaron en Tel Aviv, el centro neurálgico de las movilizaciones, consideradas las más masivas en décadas, contra el régimen israelí.
Por lo pronto se espera que el próximo lunes se vote en primera instancia, en el parlamento, un proyecto de ley que forma parte del paquete de legislaciones de la polémica reforma, que para los críticos debilitaría la independencia de la justicia en Israel.
Además, se dio a conocer que el movimiento de protestas ciudadanas pretende intensificar la lucha y han ampliado las protestas sabatinas, convocando a movilizaciones el martes 11 de julio, bajo la denominación “un día de resistencia” y con el objetivo de una mayor asistencia.
Entre otras medidas, la coalición ultraderechista del premier israelí pretende, con la reforma, limitar el alcance de las sentencias, recortar las facultades del supremo y anular su capacidad de veto a los ministros. El punto más cuestionable del proyecto de ley, es que podría evitar que el primer ministro sea suspendido a pesar de que enfrente un juicio por fraude, soborno y abuso de confianza.
Tras las voces en contra y las colmadas protestas en calle, Netanyahu tuvo que aplazar tres meses la reforma bajo el alegato de la búsqueda de un consenso más amplio.
dpd/ncl/rba