En un discurso ofrecido en el inicio de la ceremonia de la juramentación de Pezeshkian como presidente de la República Islámica de Irán, Qalibaf ha calificado de un día “histórico” la toma de posesión del nuevo mandatario y ha asegurado que el Legislativo apoyará al nuevo Ejecutivo en sus funciones y contribuirá en los esfuerzos para impulsar el progreso del país.
“Hoy es un día histórico, porque no solo el Dr. Pezeshkian jura servir al pueblo, sino que el Parlamento también se compromete a ayudar al Poder Ejecutivo en el camino del progreso, la elevación del país, el bienestar del pueblo y la realización de los ideales de la Revolución Islámica”, ha precisado.
Haciendo eco de las directrices del Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, Qalibaf ha señalado que el Parlamento considera el éxito del nuevo Gobierno como su éxito y el del Sistema. “El Parlamento se define a sí mismo junto con el Gobierno”, agrega.
Ha alabado la celebración en muy poco tiempo —tras el martirio del difunto presidente Seyed Ebrahim Raisi en mayo pasado— de unas elecciones exitosas y plenamente competitivas y políticas con total seguridad y salud. “Todos estos hechos indican la estabilidad y autoridad ejemplares del sistema sagrado de la República Islámica del Irán, construido sobre la base de la democracia religiosa”, ha señalado.
Para Qalibaf, es necesario prestar atención a los acontecimientos globales y nacionales, incluidos los cambios en la tecnología y la innovación, así como los cambios en la composición de las potencias regionales y globales.
“Hoy necesitamos el establecimiento de un gobierno equilibrado basado en la racionalidad revolucionaria, un gobierno que pueda perseguir ideales basados en hechos y traer prosperidad y esperanza al pueblo”, ha enfatizado.
Destacando las capacidades de Irán, el máximo funcionario legislativo del país ha resaltado que, “en las condiciones regionales e internacionales turbulentas y a pesar de enemigos extranjeros jurados, los observadores globales aseguraron que la República Islámica no experimentó la más mínima tensión política y de seguridad y ni tampoco hubo interrupción en la administración de los asuntos del país”.
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