Publicada: viernes, 26 de enero de 2024 10:00

El Líder de la Revolución Islámica de Irán ha criticado esta semana a los líderes musulmanes por la forma en que están actuando frente al genocidio en Gaza.

Por Xavier Villar

Durante la reunión con los organizadores del Congreso Nacional para la Conmemoración de los 24 000 Mártires de Teherán, que tuvo lugar el pasado 23 de enero, el ayatolá Seyed Ali Jamenei subrayó: "En ocasiones, las posturas y declaraciones de los líderes de los países islámicos son incorrectas, ya que abordan temas como el alto el fuego en Gaza, que escapa a su control y está en manos del enemigo sionista. Los líderes de los países islámicos deberían centrarse en cuestiones que estén bajo su control".

Además, explicó que lo que está en manos de los líderes de los países islámicos es cortar el suministro vital al régimen sionista.

"Deben interrumpir sus relaciones políticas y económicas con dicho régimen, además de abstenerse de brindarle apoyo", añadió.

Las declaraciones del Líder iraní vuelven a destacar, por un lado, la importancia que tiene Palestina como símbolo político para la República Islámica, así como la relevancia que este símbolo tiene como punto de encuentro para la Umma. Es este significante, "umma", el cual requiere una explicación en términos políticos para poder comprender la postura iraní en toda su dimensión.

La Umma puede definirse como el conjunto total de todos los seguidores del Islam, independientemente de sí se encuentran en Muslimistán u en otro lugar. A su vez, esta comunidad, que es una comunidad política, no puede ser contenida dentro de la estructura favorecida por la ideología occidental, que es el estado-nación. Es más, desde lo que se conoce como "westernesse", que viene a ser el lenguaje político de Occidente, lo político está encerrado en la idea de estado-nación. Es decir, desde este punto de vista, no es posible concebir la agencia política, la capacidad de construir un futuro desde el Islam entendido como identidad.

Lo relevante de esta relación entre el estado-nación y lo político significa que la distinción entre amigo-enemigo, considerada como el origen de lo político, quedó homogeneizada por el orden nacional. A raíz de esta relación, los musulmanes se convirtieron en un grupo "sin hogar político". A partir de ese momento, existió una fractura entre subjetividad y poder. No hubo ningún "hogar" en términos políticos para anclar la subjetividad musulmana.

Lo que el estado-nación hace es imponer unas categorías seculares-eurocéntricas (como señala Sabet en
su "Islam and the Political") como instrumentos para la formación de identidades en Muslimistán. La pérdida de este hogar político y la consiguiente diáspora musulmana no son consecuencia de una pérdida territorial ni de la pérdida de una "patria".

Desde la visión de la República Islámica, se puede entender que la diáspora es consecuencia de la dispersión de la nación, no solo, o no principalmente, en términos espaciales, sino fundamentalmente en términos políticos. A diferencia de la teorización clásica que se aplica al analizar la categoría de diáspora, la diasporicidad musulmana no tendría el carácter de nación en exilio (o, en otras palabras, no existiría el componente proto-nacionalista).

De manera significativa, esta diáspora musulmana mantiene una relación particular con la nación entendida en términos occidentales. Ni dentro ni fuera de ella. Esta diáspora habita y, al mismo tiempo, trasciende los límites de la nación-estado.

Lo que las palabras del Líder de la Revolución Islámica revelan es la necesidad de superar el marco impuesto por la gramática política occidental a la hora de resolver los problemas que afectan a Muslimistán. En otras palabras, los intentos por revertir esa falta de hogar político no pueden pasar, por lo tanto, por fórmulas políticas que repitan los esfuerzos por la homogenización lingüística, cultural y étnica representada por la idea de estado-nación occidental.

Al mismo tiempo, las palabras del ayatolá Jamenei sirven para recordar la necesidad de mantener la relevancia de la Umma en términos políticos, y para eso es necesaria la presencia de un gran poder islámico que actúe como representante político de todos los musulmanes. Este papel implica defender a la Umma de todos los ataques, ya sean políticos, económicos, militares, etc.

 

Sin ese gran poder islámico, no existe la más mínima posibilidad de articular una identidad que se oponga a la identidad occidental que está detrás de la situación de opresión colonial en Palestina. Es por eso que las palabras del Líder de Irán deben leerse desde dos puntos de vista complementarios. Por un lado, desde el punto de vista de políticas diseñadas para estrangular económicamente a Israel, y por otro, desde un punto de vista discursivo desde el cual el objetivo es afianzar y estabilizar la identidad islámica mediante la construcción de una Umma entendida en términos políticos.

Las críticas del ayatolá Jamenei al resto de países musulmanes, por tanto, también deben ser interpretadas desde esa doble lectura complementaria. La negativa por parte de los líderes musulmanes, en general, a imponer un bloqueo económico a Israel significa que continúan bajo el influjo ideológico del westernesse. La mayoría de líderes musulmanes mantienen una tendencia "khalduniana" (de Ibn Khaldun) de imitar al vencedor y de aceptar su percepción de la realidad, en especial el marco político del estado-nación.

El nombre, los límites y la misma existencia del Estado al que representan y al cual hacen referencia en relación con sus masas, son una construcción colonial y, por ende, una herramienta colonial para facilitar el bloqueo de la voluntad ummática de resistencia.

 

Las críticas del Líder de la Revolución no solo reubican a Palestina en el centro de las preocupaciones ummáticas, sino también, al hacerlo, presenta a la República Islámica como ese gran poder islámico necesario para consolidar la identidad musulmana.


Xavier Villar es Ph.D. en Estudios Islámicos e investigador que reparte su tiempo entre España e Irán.