El 3 de enero de 2020, el comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani, y el subcomandante de las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Muhandis, murieron en un ataque con aviones no tripulados (drones) efectuado por orden directa del presidente estadounidense, Donald Trump, en Bagdad, capital iraquí.
En su momento, EE.UU. acusó a Soleimani de estar preparando un ataque contra los intereses norteamericanos en el territorio iraquí. La falsedad de tales acusaciones generó gran indignación en Bagdad, frente a los argumentos pueriles, indignos y claramente destinados a justificar un crimen que debe ser juzgado por constituir una violación flagrante de la soberanía iraquí y un asesinato contra un alto cargo estatal de un Estado soberano de visita en un país extranjero, con el cual se mantienen nexos bilaterales.
Varios días después del asesinato de Soleimani, el Parlamento iraquí aprobó la salida de las tropas de EEUU. y desmanteló todas sus bases.
Tras el asesinato del estratega militar, Irán atacó con misiles dos bases norteamericanas en Irak, una en la provincia occidental de Al-Anbar y la otra en la región del Kurdistán. Más tarde, las autoridades persas dejaron claro que tal ataque no constituía la venganza real por el asesinato de Soleimani, sino que continuarían las represalias contra EE.UU.
El pasado miércoles, el Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, consideró el ataque del país persa con misiles, que se realizó días después del asesinato del comandante persa, “la primera bofetada severa” a Washington.
Parlamento iraquí dio una bofetada a EEUU y sus aliados
A unos días del primer aniversario del asesinato de los símbolos de la lucha antiterrorista en la región de Asia Occidental, el Parlamento iraquí colgó las fotografías de Soleimani y Al-Muhandis en uno de sus grandes salones.
Además, organizó una ceremonia en honor de estos dos héroes. La ceremonia contó con la presencia de destacados funcionarios iraquíes, incluido el presidente del Parlamento, Mohamad al-Halbusi, su adjunto, Hasal al-Kaabi, otros comandantes de las Al-Hashad Al-Shabi, y el embajador de Irán en Irak, Iray Masyedi.
Durante el acto conmemorativo, el líder de las Al-Hashad Al-Shabi, Faleh al-Fayaz, en una dolorosa y mordaz respuesta a los mercenarios de la embajada estadounidense y los miembros del disuelto Partido Baas, aseguró que “el enemigo quería que nos sintiéramos humillados. Por ello, lanzó todo tipo de acusaciones contra Soleimani y Al-Muhandis, pero la realidad de los hechos demostró que el pueblo iraquí considera a estos dos mártires unos héroes”.
Dicha gloriosa ceremonia se considera una bofetada en la cara de los Estados Unidos, Arabia Saudí, el régimen de Israel y los miembros del Partido Baas. Estos pensaban que, con lanzar una ola masiva de propaganda contra los comandantes de la lucha anti-Daesh, podrían distanciar al pueblo iraquí de la comandancia de las Al-Hashad Al-Shabi.
Al-Fayaz, en un mensaje claro a EE.UU., prometió que las fuerzas populares iraquíes vengarán la sangre derramada de Soleimani y Al-Muhandis, dos valientes comandantes que, en reiteradas ocasiones, neutralizaron los planes de la coalición internacional dirigida por Estados Unidos.
A su vez, el presidente del Parlamento iraquí elogió el papel del liderazgo religioso, los combatientes de las fuerzas populares, las tribus y las fuerzas de seguridad en la lucha contra el flagelo del terrorismo y la protección de la patria.
Sin embargo, los patrocinadores del terrorismo, que lo único que han causado ha sido muerte y destrucción en Irak, además de facilitar la llegada de decenas de miles de terroristas de Daesh al territorio iraquí, trataron de sacar provecho de esta ceremonia para desatar una destructiva discordia sectaria en Irak.
Medios saudíes, como la cadena Al Arabiya, difundieron mentiras para volver a sumir al país mesopotámico en una guerra sectaria; no obstante, en las redes sociales, los internautas iraquíes echaron por tierra los maquiavélicos planes de Riad, un régimen que busca crear un cisma entre el pueblo iraquí y los combatientes de las Al-Hashad Al-Shabi.
Esas medidas destructivas de Arabia Saudí contra los héroes de la lucha antiterrorista ponen de relieve que Riad apoya al grupo terrorista Daesh, que, según varios informes, fue creado por los Estados Unidos gracias al dinero saudí y entrenado por el Mossad israelí.
Daesh derramó la sangre de cientos de miles de iraquíes y violó a miles de mujeres, pero héroes como Soleimani y Al-Muhandis aplastaron a esta banda extremista y salvaron a la humanidad del peligro que representaba esta banda criminal. Por lo tanto, no es de extrañar que los Estados Unidos, el régimen sionista y Arabia Saudí se vengaran de los dos símbolos de la lucha contra el terrorismo.
El Parlamento iraquí debería enorgullecerse de haber sido blanco de los patrocinadores del terrorismo, pues ello demuestra que está haciendo lo correcto al conmemorar el primer aniversario del asesinato de Qasem Soleimani y Abu Mahdi al-Muhandis.
Por Mohsen Khalifzade