“Condenamos la actitud hostil y la mentalidad de prejuicio”, dice un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía, publicado a últimas horas del sábado.
La nota también recuerda los “405 años de relaciones ininterrumpidas de amistad y alianza” entre los dos países y atribuye “enteramente” a Holanda “la responsabilidad y la vergüenza” de la actual tensión.
Condenamos la actitud hostil y la mentalidad de prejuicio (de Holanda)”, dice un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía.
La tensión a la que se refiere el comunicado se produjo durante las últimas 24 horas, cuando Ámsterdam prohibió el aterrizaje del avión del canciller turco, Mevlut Cavusoglu, en el territorio holandés y luego impidió el ingreso de la ministra de Familia y Política Social de Turquía, Fatma Betül Sayan Kaya, en el consulado turco en Róterdam.
En una aparente respuesta, el comunicado turco anuncia además el cierre de la embajada holandesa en Ankara (capital) y del consulado del país europeo en Estambul, así como las residencias del cónsul general y del encargado de negocios por motivos de seguridad.
“No queremos que el embajador holandés, que se encuentra fuera, regrese a su puesto durante un tiempo. Se ha explicado a nuestras contrapartes que esta grave decisión tomada contra Turquía y la comunidad turco-holandesa causará graves problemas diplomáticos, políticos, económicos y en otros ámbitos”, añade la misiva.
Ambos ministros turcos que llegaron el sábado a Holanda, aunque Cavusoglu fue desviado a Francia, pretendían encabezar actos en defensa de la reforma de la Constitución, impulsada por el Gobierno del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. La reforma, que busca instaurar un sistema presidencialista en el país, se ve por países europeos como antidemocrática.
Antes de la llegada de Cavusoglu, las autoridades holandesas informaron que iban a negar el permiso de aterrizaje de su avión, diciendo que la decisión se debe a motivos de “orden público y seguridad”, ya que se había hecho un llamamiento a la “participación masiva” en un acto público con Cavusoglu en Róterdam el sábado.
Ámsterdam manifestó que se había puesto en contacto con las autoridades turcas y les habían pedido que trasladaran el acto a una ubicación más “privada” como la embajada o algún consulado, pero “incluso antes de que concluyeran estas conversaciones, las autoridades turcas amenazaron públicamente con sanciones”, explica un comunicado del Gobierno holandés.
El manejo de la situación por Ámsterdam provocó la indignación de los turcos tanto en Ankara y Estambul como en Róterdam, incluso se manifestaron para mostrar su indignación al respecto. La protesta en Róterdam fue disuelta por la Policía antidisturbios holandesa montada a caballo.
En reacción a todos estos acontecimientos, Erdogan tildó de “fascistas” y “retales del nazismo” a los miembros del Gobierno holandés, pocos días después de que él mismo acusara a Alemania de “practicas nazis” por prohibir a los ministros turcos celebrar actos y mítines electorales en el territorio germano de cara al mencionado referéndum en Turquía, previsto para el próximo 16 de abril.
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