Katrina Armstrong ha presentado a última hora del viernes su dimisión tras la crisis entre la institución y la administración de Donald Trump.
El presidente de Estados Unidos ha amenazado a la institución con retirar fondos federales a menos que actuaran de forma más contundente contra las protestas propalestinas.
La renuncia de Armstrong se produjo apenas una semana después de que la institución accediera a una serie de demandas de la administración Trump para iniciar conversaciones por recuperación del acceso a 400 millones de dólares en fondos de investigación congelados.
Es la segunda salida de un miembro del liderazgo de la universidad. Armstrong había asumido el cargo del ex presidente de la universidad, Minouche Shafik, quien renunció en agosto.
La administración Trump ha acusado repetidamente a los líderes de la universidad de no hacer lo suficiente para abordar, lo que llama el supuesto “antisemitismo”, durante las protestas masivas de los estudiantes en el campus contra la agresión genocida de las fuerzas del régimen israelí contra los palestinos en la Franja de Gaza.
Además, Trump y su equipo han advertido a al menos otras 60 instituciones académicas que podrían enfrentar sanciones por las investigaciones en curso sobre las protestas en los campus universitarios.
La Universidad de Columbia enfrenta actualmente múltiples investigaciones federales y se ha convertido en el foco principal de la ofensiva migratoria de Trump dirigida contra los activistas estudiantiles propalestinos.
En las últimas semanas, el Departamento de Estado ha tomado medidas para deportar a varios estudiantes de la Universidad de Columbia con visas por presuntos sentimientos “propalestinas”.
Uno de los estudiantes de la universidad, el sirio-palestino Mahmud Jalil, se encuentra detenido por las protestas en apoyo a Gaza.
La universidad también ha confirmado la presencia de agentes del Departamento de Seguridad Nacional en el campus.
Armstrong, el cuarto presidente de la Ivy League, una agrupación de 8 universidades, incluida Columbia, situadas al noreste de Estados Unidos, que renuncia en medio de la presión republicana sobre las respuestas de las universidades al activismo estudiantil propalestino, sigue los pasos de los presidentes de Harvard y la Universidad de Pensilvania, quienes dimitieron después de un intenso escrutinio del panel de educación de la Cámara de Representantes.
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