El llamado síndrome de La Habana hace referencia a un conjunto de signos y síntomas declarados por el personal de las embajadas de EE.UU. y Canadá en Cuba, que se remonta a fines de 2016. El alegato sirvió de pretexto a la Administración del expresidente de EE.UU., Donald Trump (2017-2021), para el retiro de parte de su personal diplomático de la capital cubana en 2017, y dañar las relaciones entre ambos países, retomadas en 2015, por su antecesor Barack Obama, tras 54 años de ruptura.
El Departamento de Estado estadounidense reveló el viernes que, recibió informes sobre una serie de incidentes de salud entre sus diplomáticos en Viena, que habían presentado síntomas parecidos a los que se dieron originalmente en La Habana (capital cubana), por lo que está investigando lo sucedido en la ciudad austriaca.
Hay informes que corroboran que, desde la llegada al poder del actual presidente, el demócrata Joe Biden, en enero, más de 20 funcionarios estadounidenses en Viena presentaron síntomas similares.
Los casos de Viena salieron a la luz por primera vez en la revista New Yorker el viernes y luego fueron confirmados por el Departamento de Estado.
La agencia británica de noticias Reuters citó una declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Austria, según la cual, estaba “trabajando con las autoridades estadounidenses para llegar al fondo de esto”.
El síndrome no tiene explicación, pero los científicos estadounidenses dicen que lo más probable es que sea causado por radiación de microondas dirigida.
Actualmente, Viena alberga los diálogos entre Irán y el resto de los firmantes del pacto —el Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China—para reavivar el acuerdo nuclear, de nombre oficial Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC o JCPOA, por sus siglas en inglés), tras la salida unilateral de EE.UU. de ello en 2018, durante la gestión de Trump.
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