El domingo, la Policía de la ciudad de Mineápolis, en el estado estadounidense de Minnesota, detuvo a un conductor negro de 20 años por una infracción de tránsito antes de descubrir que tenía una orden de arresto pendiente. Sin embargo, cuando los agentes trataron de detenerlo, el conductor intentó regresar a su vehículo cuando uno de los oficiales le disparó fatalmente.
El conductor, llamado Daunte Wright, continuó conduciendo durante “varias cuadras” antes de chocar contra otro automóvil y fue declarado muerto en el lugar a pesar de las medidas que tomaron los paramédicos para salvarle la vida.
Según indican las imágenes y los vídeos publicados en las redes sociales, cientos de manifestantes se reunieron en la zona del asesinato y aunque las protestas fueron inicialmente pacíficas, rápidamente se convirtieron en violentas. Los indignados manifestantes saltaron sobre los vehículos policiales, rompiendo parabrisas y provocando a los agentes del orden que se habían desplegado para detener los disturbios.
Los agentes de Policía utilizaron gases lacrimógenos y pelotas de goma para dispersar a la multitud. Asimismo, se desplegaron en la zona efectivos de la Guardia Nacional.
La madre del victima explicó que su hijo se dirigía a un lavado de autos cuando lo detuvieron. También acusó a la policía de dejar el cuerpo de su hijo tirado en el lugar “durante horas”.
Este nuevo acto de violencia policial ocurrió en la misma ciudad, donde recientemente estallaron las protestas en el marco del juicio de Dereck Chauvin, expolicía acusado de asesinar al afrodescendiente George Floyd el 25 de mayo pasado.
La brutalidad de la Policía de EE.UU., la sexta causa de muerte entre los jóvenes afrodescendientes, ha suscitado reprobaciones de diversas organizaciones de derechos civiles. Los críticos señalan que los cimientos del racismo son inherentes al sistema político estadounidense por ser parte de las instituciones públicas del país norteamericano.
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