Esto justificaría las nuevas medidas de estímulo anunciadas por la institución, que ha bajado los tipos de interés y ampliado el volumen mensual de su programa de compras, incluyendo deuda corporativa entre sus objetivos.
En concreto, el presidente del BCE, Mario Draghi, ha anunciado este jueves, tras la reunión del Consejo de Gobierno del BCE, que la inflación de la eurozona se situará este año en el 0,1 %, frente al 1 % estimado el pasado mes de diciembre por los técnicos del banco central.
En 2017, la tasa de inflación de la eurozona repuntaría hasta el 1,3 %, pero aún así se situaría por debajo del 1,6 % previsto anteriormente. De cara a 2018, el BCE espera que los precios suban un 1,6 %.
En cuanto al crecimiento de la zona euro, las nuevas previsiones del BCE contemplan una expansión más débil, con un crecimiento del 1,4 % en 2016, frente al 1,7 % esperado en diciembre, mientras que para 2017 la entidad prevé una expansión del 1,7 %, cuando en su anterior estimación calculaba un 1,9 %.

De cara al año 2018, las previsiones de la entidad apuntan a un crecimiento del producto interno bruto (PIB) de la zona euro del 1,8 %. El presidente del BCE ha destacado que aún prevalecen riesgos a la baja para las expectativas de crecimiento de la región dada la incertidumbre de la economía global y los "mayores riesgos geopolíticos".
El banquero italiano ha apuntado que el análisis de los datos refuerza la necesidad de adoptar medidas para devolver la inflación a una senda acorde con el objetivo de la institución, aunque reitera la importancia de que otras autoridades "contribuyan con políticas decisivas".
En este sentido, Draghi ha expresado su preferencia por reformas estructurales dirigidas a elevar la productividad, así como medidas para mejorar las infraestructuras públicas, que sirvan de impulso a la recuperación cíclica en curso.
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