“Tenemos que hablar con muchos actores, esto incluye (Bashar al-) Asad, pero otros también”, indicó el miércoles la jefa del Estado alemán, en alusión a EE.UU., Rusia, Irán y Arabia Saudí.
Tenemos que hablar con muchos actores, esto incluye (Bashar al-) Asad, pero otros también”, indica el miércoles la canciller alemana, Angela Merkel.
En declaraciones a los periodistas tras participar en una cumbre extraordinaria de líderes de la Unión Europea (UE), donde se discutió una respuesta común a la crisis de los migrantes, recalcó también que “deben estar alrededor de la mesa” de los diálogos todas las partes que pueden ayudar a encontrar una salida política a la crisis en Siria.
En torno a la reciente oleada de solicitantes de asilo en Europa, Merkel recordó que es “absolutamente importante” que el bloque reciba a los refugiados “sin quejarse”.
Para Merkel, la masiva llegada de refugiados constituye un problema “muy grande” ante el cual es necesario adoptar medidas más allá de un mayor control de las fronteras de la UE, y construir vallas y muros en fronteras comunitarias.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en su último balance, declaró el pasado viernes que más de 473.000 solicitantes de asilo han cruzado el mar Mediterráneo desde enero, y cerca de 2748 han muerto o están desaparecidos.
Recientemente y tras el auge de la crisis migratoria, varios países occidentales cambiaron drásticamente sus posturas hostiles hacia el presidente sirio. El ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, admitió el pasado 22 de septiembre que “Siria no llegará lejos” sin Al-Asad.
También el embajador de la UE en Moscú, capital rusa, Vygaudas Usackas, reconoció la necesidad de que el Gobierno sirio participe en los diálogos de paz.
EE.UU. admitió a mediados del pasado mes de marzo que, para acabar con el conflicto sirio, se debe negociar con Al-Asad. Hasta entonces se había aferrado a exigir su salida inmediata del poder.
Este giro radical en la política del Occidente respecto al Gobierno de Damasco tiene lugar pese a que, desde el inicio de la crisis siria en 2011, varios países occidentales y regionales han sido los principales patrocinadores de los grupos armados que operan en el país árabe y han insistido en la salida del poder de Al-Asad.
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