Eligió la enseñanza para ganarse la vida. No era rico económicamente hablando, pero difería considerablemente del resto de los estudiantes de seminario.
No le cobraba a nadie, escribía su horario diario en un papel y lo colgaba en la pared de su habitación: sus citas, cuándo charlar con amigos; incluso había definido bromear para sí mismo.
ffa/mkh