Tras la caída del gobierno sirio de Bashar al-Asad, el domingo, a manos de grupos insurgentes liderados por la alianza Hayat Tahrir al-Sham (HTS), surgieron preguntas por el destino de las dos instalaciones militares permanentes estratégicas de Rusia en Siria, a saber, la base aérea en Hmeimim, en la provincia de Latakia (oeste) y una instalación naval en la ciudad portuaria siria de Tartus (oeste) en el Mediterráneo.
Mijail Bogdanov, viceministro de Asuntos Exteriores ruso, informó el jueves a los periodistas que, considerando que la lucha contra el grupo terrorista Daesh no ha terminado, Moscú espera que el nuevo liderazgo permita que Rusia siga operando sus bases en el país árabe.
“Supongo que todo el mundo está de acuerdo en que la lucha contra el terrorismo y los remanentes de Daesh no ha terminado”, declaró Bogdanov, según reportaron medios rusos.
Por tanto —agregó el titular ruso— continuar la lucha antiterrorista “requiere un esfuerzo colectivo y, en este sentido, nuestra presencia y la base de Hmeimim han estado desempeñando un papel importante”.
“Las bases permanecen en territorio sirio, donde estaban (…) No se han tomado otras decisiones”, abundó Bogdanov, también representante especial de Rusia para Asia Occidental y África.
Asimismo, confirmó que las autoridades rusas han establecido contacto con el comité político de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y agregó que Rusia cuenta con que la dirección de esta alianza cumpla todas las promesas de seguridad.
Rusia desplegó sus aviones de combate en Siria el 30 de septiembre de 2015 para frenar el avance de los terroristas en ese país tras la firma de un acuerdo con Damasco. Según el acuerdo de agosto de ese año, el grupo aéreo permanecería en la base de Hmeimim por tiempo indefinido.
En 2017, los dos países firmaron otro convenio por 49 años para el emplazamiento de hasta 11 buques de la Armada rusa en el puerto de Tartus. Además se contemplaba mejorar la capacidad de la base naval para llevar a cabo labores de mantenimiento.
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