Para estos vecinos ha llegado la hora de empaquetar sus pertenencias personales de años, cargar el camión y huir bien lejos, quizás para no volver nunca más. Esta es la tesitura en la que se encuentran 50.000 vecinos en el distrito. La frustración por la huida apresurada se convierte en furia.
Hasta once barrios dentro del distrito de sur están ahora mismo bajo toque de queda. En el barrio de Iskender Pasha no hay toque de queda, pero se teme que los combates se extiendan próximamente, y por eso la gente está huyendo en masa llevándose todo lo que puede.
Las calles se quedan vacías. Pocas manzanas más allá, donde nos han prohibido grabar, se libran duros combates entre milicianos kurdos ligados a la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y las fuerzas de seguridad turcas. Las casas están quedando en ruinas. Muchos comparan la situación actual con la que forzó a miles de kurdos a huir de las zonas rurales hacia estos barrios hace 25 años.
Entre quienes huyen hay simpatizantes del PKK, quienes acusan al Estado turco de extender una política de aniquilación total. Otros, como Murat, creen que el PKK también es culpable de la ruptura del proceso de paz, iniciado en 2013, que ha desembocado en esta guerra.
Amnistía Internacional (AI) ha culpado al Gobierno turco de ejecutar un “castigo colectivo” contra la población civil al poner en práctica estos toques de queda, extendidos por otras localidades kurdas. El presidente de la organización humanitaria Mazlum-Der nos revela algunos de los crímenes que se están cometiendo.
Lluís Miquel Hurtado, Diyarbakir.
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