El representante permanente de Irán ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Amir Said Iravani, realizó el jueves una disertación ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) concerniente a la situación en Afganistán y su impacto en el país persa.
Iravani denunció cómo Irán ha debido hacerse cargo de una gran parte de los problemas derivados de la crisis afgana, sobre todo tras la estrepitosa retirada de Estados Unidos en 2021.
Según el alto diplomático, más de seis millones de afganos han buscado refugio en Irán, lo que se traduce en una gran presión para el país persa, que gasta más de 10 000 millones de dólares al año en esta cuestión.
No obstante, reiterando el compromiso de Teherán de apoyar la reconstrucción política, económica y social de Afganistán, urgió la necesidad de allanar el regreso de estos refugiados a fin de que impulsen el progreso de su país de origen.
Iravani detalló que el 27 de septiembre, Irán había organizado la tercera reunión cuatripartita a nivel de ministros de Relaciones Exteriores con China, Pakistán y Rusia en Nueva York para profundizar el compromiso con las autoridades afganas y promover la estabilidad regional. “La declaración conjunta de la reunión reafirmó el apoyo a la soberanía e independencia de Afganistán, subrayó la importancia de una gobernanza inclusiva y destacó las preocupaciones sobre el terrorismo”, aseguró.
Sin embargo, puso énfasis en la responsabilidad de Occidente por propiciar dicha crisis. “Los países occidentales, cuya ocupación prolongada y retirada abrupta sumieron a Afganistán en una crisis, tienen la obligación moral, legal y política de contribuir significativamente a los esfuerzos de reconstrucción del país”, dijo.
Tras más de 40 años de turbulencias políticas y la muerte de decenas de miles de civiles, Afganistán enfrenta numerosas dificultades económicas y sociales, las cuales se han agudizado desde que los talibanes tomaron el poder en agosto de 2020, tras la salida apresurada de Estados Unidos del país centroasiático.
Después del inicio del gobierno talibán, Estados Unidos y sus aliados cortaron de inmediato el acceso de Afganistán a la ayuda internacional y congelaron los activos pertenecientes al banco central afgano.
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