Publicada: viernes, 11 de febrero de 2022 4:20
Actualizada: viernes, 11 de febrero de 2022 6:22

Dedique estos días a revisar apuntes, notas, opiniones y artículos escritos respecto a la victoria de las fuerzas que derrocaron a la Dinastía de los Pahlavi en febrero de 1979.

Mientras se acercaba la conmemoración de los 43 años del triunfo de la Revolución Islámica de Irán, dedique estos días a revisar apuntes, notas, opiniones y artículos escritos respecto a esa victoria de las fuerzas que derrocaron a la Dinastía de los Pahlavi en ese febrero del año 1979 y que en la llamada década alba mostró todo el potencial revolucionario de una sociedad, que consolidaría su triunfo bajo la guía del Imam Jomeini (1).

La consagración del proceso revolucionario iraní comenzaría a marcar un punto de inflexión histórico, no sólo para Asia central, el Cáucaso Sur y Asia occidental, sino que el inicio de lo que constatamos hoy, como una fuerza de enorme influencia en el campo de la resistencia mundial, contra aquellas potencias hegemónicas, que sólo ven a los países y sus sociedades, como meros lacayos. Aliados incondicionales, pero no en una relación equitativa, sino de sometimiento a políticas, que en la mayoría d elas ocasiones significa la opresión de sus propios pueblos y con aquellos regímenes más serviles y testaferros, como es el caso del sionismo y la casa al Saud, punta de lanza en la agresión contra aquellos que no están dispuestos a ser avasallados.

La Revolución Islámica de Irán surge desde un país, ubicado en el seno de una región milenaria, cruce de culturas, cuna de la agricultura, la escritura, de civilizaciones cuya impronta aún perdura. Una región de enorme importancia geopolítica, con riquezas descomunales en materia de petróleo, gas y minerales de gran demanda para la industria mundial. Una zona, cruce de oleoductos, gasoductos, que llevan su preciada riqueza a través de miles de kilómetros de tuberías, en todas las direcciones, como también transportadas en ferrocarriles, buques tanques hacia puertos secos y/o marítimos, atravesando el mar Caspio, el mar Negro y el Mediterráneo, para su comercialización en Asia y Europa, principalmente.  Una Revolución Islámica que se desarrolla en el centro estratégico de un continente con grandes organizaciones como es la de Cooperación de Shanghái y otros más ambiciosos y multimillonarios como es la Nueva Ruta de la Seda. Proyectos de envergadura mundial, que se han ido escenificando y concretando a medida que se constata, que es posible prescindir del pesado lastre que significa ser socio, al final de la cadena, de Estados Unidos y la Unión Europea.

El comandante en jefe del Ejército de Irán, el general de división Seyed Abdolrahim Musavi señaló en estos días, a propósito de un nuevo aniversario la revolución que “La Revolución Islámica […] desafió el sistema bipolar del comunismo-liberalismo que gobernaba el mundo y resonó la promesa de libertad e independencia en los oídos de la gran nación de Irán, las naciones musulmanas y los oprimidos de mundo” (2). En la misma línea sostengo, permanentemente, y así lo expresé en este mismo portal segundopaso.es en febrero del 2021, un mes después del asesinato del teniente general Qasem Soleimani que existe un consenso absoluto, desde el bando de amigos como también enemigos de la Revolución Islámica de Irán, que esta se ha constituido en uno de los sucesos históricos más relevantes del siglo XX, que tras más de cuatro décadas, sigue signando la política internacional. Una revolución islámica masiva, popular, convocante muy distinta a cualquier otra revolución que haya tenido nuestro planeta. Una revolución triunfante bajo un liderazgo potente, reconocido y respetado como fue el del Imam Jomeini.

La revolución islámica es un movimiento que cambió la correlación de fuerzas en Asia Occidental, que sacó a la nación persa del dominio estadounidense situándolo como estandarte en la historia de lucha d ela resistencia. Una Revolución, digna representante de aquellas manifestaciones propias del espíritu revolucionario del pueblo iraní, donde los conceptos de independencia y justicia son visibles: el movimiento tabacalero de fines del siglo XIX. El movimiento constitucional (en la primera década del siglo XX) y el movimiento para nacionalizar la industria petrolera, que significó la presencia de servicios de inteligencia occidentales al servicio de los poderes proccidentales opuestos a que Irán se hiciera dueño de sus riquezas naturales. Estados Unidos y sus servicios de inteligencia, como la CIA hicieron de Irán un campo de prueba, para derrocar gobiernos que no seguían su predicamento. Como sucedió, efectivamente el año 1953 cuando los servicios de inteligencia angloestadounidenses propiciaron el derrocamiento del gobierno iraní.

Recordemos que el año 1951 se elige primer ministro de Irán a Mohamad Mosadeq, quien intentó en agosto del año 1953 nacionalizar la industria petrolera. Ese mismo mes, el Sha firma un decreto por el cual destituye a Mosadeq, bajo órdenes de Washington, decisión resistida por la población obligando a Mohammad Reza a huir con destino a Roma. Durante el transcurso de este proceso el jefe de la CIA, Allan Dulles arriba a la capital italiana, para coordinar las acciones que condujeron al derrocamiento de Mossadeq. El Shah, bajo la guía de la CIA retorna a Irán y comienza a desarrollar una política de profunda represión. Apoyado en esto por la policía secreta fundada el año 1957 la SAVAK (Sazeman-e Ettela’at va Amniyat-e Keshvar) Organización de Inteligencia y Seguridad Nacional) cuyos fundamentos, entrenamiento y dirección estuvieron en manos de la CIA y el MI6 británico en la llamada Operación Ajax (3). Desestabilización, golpismo, derrocamiento de un gobierno legítimo, consolidación de una Monarquía nefasta, fueron los resultados de la acción angloestadounidense en virtud de objetivos de usurpación de las riquezas iranies y al mismo tiempo ejercer un dominio hegemónico que terminaría definitivamente el año 1979.

La revolución del año 1979 estableció un cambio radical a lo mencionado precedentemente y ello permitiría a los iranies ejercer la plena soberanía sobre su país, en todos los ámbitos de su vida y en el marco de una república islámica, lo que la hace totalmente diferente a cualquiera otra que se haya dado hasta entonces. Una revolución única y distinguible. Y eso influyó claramente en el concierto internacional: pues implicó desprenderse del tutelaje estadounidense y británico. Centrarse en la defensa de su soberanía, pero sin olvidar la defensa de otros pueblos, como el palestino, por ejemplo. Es, por tanto, una revolución diferente, novedosa, con la clara evidencia que ya no se contaría con  la nación persa para agredir a los pueblos de la región, ni para someterse a los apetitos comerciales de empresas energéticas transnacionales, ni ser parte de bandos ideológicos que se disputan el control del planeta como se concretaba bajo la monarquía Pahlavi, que situó a Irán como el portaviones terrestre del dominio norteamericano en esa parte del mundo (4).

El triunfo revolucionario iraní ha generado una influencia potente, conformando a la nación persa como alternativa política a un mundo que hasta el momento de la victoria revolucionaria se dividía entre el campo occidental liderado por Estados Unidos y el campo socialista que tenía como referente a la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Un mundo bipolar en el plano político, económico y militar, fundamentalmente, que tras la caída de la ex URSS generó la consolidación de la unipolaridad fomentada y llevada a la práctica por Estados Unidos, que habló de un Nuevo Orden Mundial – avalado por la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) y que significó, en lo inmediato la imposición económica y militar del imperialismo escenificado, por ejemplo en la invasión de Irak el año 1991, los ataques contra serbia entre marzo y junio del año el año 1999 junto a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) la agresión contra Somalia en la llamada Operación United Shield el año 1994. Años de consolidación de la unipolaridad, el sometimiento mayoritario de las naciones al poder occidental pero que encontró en Irán una muralla donde se ha estrellado permanentemente.

El triunfo de la revolución islámica originó un país distinto, en una sociedad donde los conceptos de soberanía y dignidad se imponen. Una nación persa, que además comienza a ser sometido a un cerco y una presión internacional. Una política de máxima presión cuya primera prueba extrema  a un año del triunfo revolucionario fue la guerra impuesta desde Irak, bajo el régimen de Sadam Husein, que implicaron ocho años de una guerra sangrienta (entre 1980-1988) proveniente de un régimen agresor cuyos hilos eran manejados por occidente y sus socios sionistas y wahabitas. Esa guerra significó una consolidación aún más fuerte de la revolución iraní. Marcó una impronta, en que a pesar de los daños en vidas humanas, la destrucción de la infraestructura industrial, el peso social, psicológico que significa luchar para la defensa de tu tierra, esa defensa sagrada permitió consolidar la revolución islámica. Mostró al mundo que esta revolución llegó para quedarse y proyectarse.

Todo ello en un contexto regional complicado, que se enrarece aún más a partir de la década de los y 90 cuando se invade Irak a manos de una coalición internacional, liderada, precisamente por aliados del régimen basista. Un contexto que adquiere mayor peligro para los pueblos de la región en el año 2001 al generarse los llamados atentados del 11 de septiembre de 2001, que va a originar la invasión de Afganistán y nuevamente la invasión de Irak, ambos países vecinos de Irán. Enmarcado aquello en la llamada la 'guerra contra el terror' por parte de Estados Unidos y sus aliados que hasta el día de hoy significa tener tropas estadounidenses tanto en Afganistán como Irak, con centenares de miles de muertos y heridos, la destrucción de ambos países, su fragmentación. Contexto regional que a partir del año 2011 tendrá nuevas víctimas de esta política occidental de violencia y extremismo, como es el caso de Siria Y Yemen sometidos al crimen más abyecto por parte de grupos extremistas creados, armados y financiados por la monarquía wahabita con apoyo de las potencias occidentales y el papel activo del sionismo. Los mismos actores embarcados en tratar de someter a los pueblos.

Las declaraciones efectuadas por Seyed Hasan Nasrallá, secretario general del Movimiento de Resistencia islámica de El Líbano (Hezbolá) respecto a la conmemoración de estos 43 años del triunfo de la revolución islámica visualizan su importancia “Hoy, la República Islámica es un modelo de independencia y libertad en todo el mundo islámico y en todo el mundo, mientras que antes de la Revolución, Irán estaba controlado por Estados Unidos. Irán es hoy una gran potencia regional que no puede ser ignorada…una revolución generada por el verdadero islam, que es capaz de enfrentar la opresión y la atrocidad. Y, esto es, exactamente, lo que Estados Unidos no tolera. La enemistad de Washington hacia Teherán tiene sus raíces en el surgimiento de un sistema independiente en Irán que disfruta de soberanía popular”. (5)

Plenamente de acuerdo con las palabras del secretario general de Hezbolá pues, Washington sólo acepta y acoge la incondicionalidad, el sometimiento y el servilismo. Por ello, no existe, en la actualidad, un ataque más constante e ilegal que el ejecutado por Estados Unidos y sus aliados contra la República Islámica de Irán. No le perdonan su triunfo revolucionario. Y esa realidad de una revolución que marcha más allá de los deseos del imperio y sus socios sionistas y wahabitas, han significado 43 años de agresiones de los gobiernos estadounidenses, demócratas y republicanos sin distinción: Jimmy Carter, Ronald Reagan, George Bush padre, Bill Clinton, George W. Bush, hijo, Barack Obama, la administración de Donald Trump y la actual presidida por Joe Biden. Ninguno de estos gobiernos del régimen estadounidense olvida que Irán los dejó al descubierto como lo que son: gobiernos totalitarios, un régimen violador de los derechos humanos de los pueblos y del derecho internacional.

Los grupos de poder estadounidenses tienen muy presente que Irán logró liberarse de la nociva influencia que Estados Unidos significa para los pueblos. Al eliminar todo rastro militar y político del poder imperial en tierras persas se generó el inicio de la conformación de una nueva correlación de fuerzas, que tiene directa relación con la lucha de liberación de los pueblos de Asia occidental de la influencia occidental y sus socios sionistas y wahabitas, que llevan adelante esos planes de dominio. No es casual, que a los pocos meses de triunfar la revolución islámica, el mismísimo Imam Jomeini signara, como línea central de la política exterior iraní, la defensa del pueblo palestino y su apoyo a la causa de su liberación. La instauración del Día Mundial de Al-Quds es una muestra evidente de los objetivos de apoyo a la resistencia de los pueblos, convirtiendo a Irán en un referente de la lucha por la autodeterminación y en un dolor de cabeza, tanto para la monarquía feudal saudí, como también para el régimen de apartheid sionista, que ya en ese entonces llevaba 31 años de ocupación y colonización de Palestina.

Para Washington, un país que busca su propio camino de desarrollo, que tiene como norte los conceptos de soberanía y dignidad se convierte de inmediato en enemigo irreconciliable. Resulta evidente que Estados Unidos aspira al dominio mundial, bajo la premisa que los países y sus pueblos están para servirle y permitir que el denominado “estilo de vida estadounidense” se mantenga, a pesar de los daños generados en materia de respeto a los derechos humanos, inestabilidad en los cinco continentes, daño ambiental planetario y un desequilibrio entre las naciones en materia política, eimconómica y militar.

 

Pablo Jofré Leal

Artículo de SegundoPaso ConoSur

Permitida su reproducción citando la fuente

  1. https://www.hispantv.com/noticias/opinion/368155/iran-revolucion-islamica-eeuu-israel
  2. https://www.hispantv.com/noticias/defensa/537195/iran-ejercito-revolucion-islamica
  3. https://www.segundopaso.es/news/1352/Ir%C3%A1n-42-a%C3%B1os-de-un-brillo-que-no-se-apaga
  4. https://parstoday.com/es/radio/programs-i49141-el_pueblo_iran%C3%AD_soporte_de_39_a%C3%B1os_de_su_revoluci%C3%B3n_isl%C3%A1mica
  5. https://www.hispantv.com/noticias/el-libano/537166/nasrala-iran-isra

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pablo Jofré Leal
Pablo Jofré Leal Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Asia Occidental y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de página WEB de análisis internacional ANÁLISIS GLOCAL www.analisisglocal.cl

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