En respuesta al cobarde asesinato del teniente general iraní Qasem Soleimani por EE.UU. en Irak, la División Aeroespacial del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán lanzó la madrugada del miércoles un ataque aéreo con misiles tierra-tierra contra dos bases aéreas de EE.UU. en el país árabe: Ain Al-Asad, ubicada en la provincia occidental de Al-Anbar y ocupada por las tropas norteamericanas desde la invasión de Irak en 2003, y otra en Erbil, capital de la región del Kurdistán iraquí.
“Este régimen dominante tiene muchas bases. A partir de ahora, el contar con bases no será considerado por los estadounidenses una ventaja, (al revés) tener bases fuertes es un punto débil para ellos”, ha advertido esta jornada el hoyatolislam Mohamad Yavad Hach Ali Akbari, Imam del rezo colectivo del viernes de Teherán (capital iraní), en su sermón de esta semana.
El clérigo ha asegurado que ha dado inicio el “declive histórico” de “grandes criminales occidentales”, especialmente tras la operación que llevó a cabo Irán: “los amigos y aliados de EE.UU. se hallan en una situación desesperada y piensan cómo se puede confiar en este monstruo salvaje y confundido”, ha proseguido.
Hach Ali Akbari ha desestimado también el “ridículo intento” de las autoridades israelíes por exonerarse a sí mismas del asesinato del general Soleimani y ha señalado que el “régimen usurpador sionista” está rodeado por la cadena de la Resistencia, que lo señala con dedo acusador.
“La dura venganza ha comenzado. (…) Ha arrancado una parte muy pequeña de la operación de venganza”, ha enfatizado, agregando que la Resistencia de la zona, como el Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), el movimiento popular yemení Ansarolá, las Unidades de Movilización Popular de Irak (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe) y Palestina insisten en que, por su parte, tomarán venganza por el crimen que cometió EE.UU.
El comandante de la Fuerza Quds del CGRI de Irán, Qasem Soleimani, junto al subcomandante de las Al-Hashad Al-Shabi, Abu Mahdi al-Muhandis, y otros militares, cayó mártir el 3 de enero en un ataque aéreo de EE.UU. lanzado en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de Bagdad, la capital iraquí, por orden directa del presidente norteamericano, Donald Trump.
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