La sesión inaugural es puramente técnica y Netanyahu tiene que declarar si se declara culpable o no ante el tribunal de Al-Quds (Jerusalén), con un panel de tres jueces, que el 20 de mayo rechazó la solicitud del premier israelí de no comparecer en la sesión de apertura.
Hasta la siguiente sesión, que se celebrará dentro de varios meses, no se entrará en materia. La fiscalía del régimen israelí solicitó la declaración de 333 testigos, entre los que figuran las personas más allegadas a Netanyahu, jefes de los aparatos de seguridad, periodistas y políticos.
De este modo, Netanyahu se ha convertido en el primer premier israelí en enfrentar cargos de corrupción durante su mandato, y la pena que podrían dictar en su contra por los delitos de soborno, abuso de poder y fraude, podría ser de hasta 10 años de cárcel.
Al mismo tiempo, cientos de israelíes se han congregado frente a la residencia del primer ministro en Al-Quds para expresar su rechazo a la corrupción de Netanyahu. ‘Ministro del crimen’, se leía en la pancarta de grandes dimensiones que portaban.
Por otro lado, cientos de personas también se han manifestado ante el tribunal de Al-Quds para mostrar su apoyo al premier israelí, que recientemente ha jurado su cuarto mandato consecutivo —el quinto de su carrera— y podrá seguir encabezando el ejecutivo unitario que liderará junto a su exrival electoral, el centrista Benny Gantz, durante un año y medio, hasta ser reemplazado por este por un plazo similar.
Durante la sesión de su juramentación, los diputados de la oposición interrumpieron en varias ocasiones la intervención de Netanyahu gritando: “¡Soborno!” o “¡Fraude!”, en referencia a los cargos de corrupción que pesan en su contra.
En enero pasado, el fiscal general del régimen de Israel acusó formalmente a Netanyahu de corrupción y presentó ante un tribunal una solicitud para el procesamiento del premier por delitos de soborno, fraude y abuso de confianza en los tres casos que le salpican, conocidos como 4000, 2000 y 1000.
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