Publicada: jueves, 22 de noviembre de 2018 12:42

La última declaración de Trump sobre la muerte de Khashoggi, se convierte en un documento que valida el asesinato como medio de represión de Estados autoritarios.

La reciente declaración del presidente Donald Trump respecto al asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi, columnista del Washington Post y antiguo aliado de la familia real saudí,se convierte en un documento internacional que valida y ampara el asesinato como medio de represión de gobiernos autoritarios.

En el inicio de dicho escrito antepone: ¡América Primero!, para dar un fundamento vital.

Sin embargo, la ignorancia geográfica está presente pues América es un continente conformado por 35 países de los cuales el extremo norte (Norteamérica) se conforma de Canadá, México y Estados Unidos. Por tanto, su frase indicaría que aún se considera dueño de toda esa extensión territorial denominada “patio trasero, lo que indica una seria enfermedad interpretativa. Además, es falso que su preocupación esté en el continente, pues su nación ha desatado golpes de estado y conducido a la pobreza a la inmensa mayoría de sus integrantes.

Continúa manifestando que el mundo es un lugar muy peligroso, sin recordar el pasado y el presente donde ellos han sido los que más han contribuido a desestabilizar el mundo a través de la violencia, iniciando con la destrucción de la etnia indígena americana en la conquista del oeste y la expropiación del norte de México, todo a través del genocidio constante.

En lo que concierne a Irán, ha olvidado rápidamente que en su mandato actual incumplió el pacto integral con otros cinco países y la Unión Europea (UE), además de no reconocer intentos de desestabilización, bloqueo, asesinatos especializados, entre muchos otros instrumentos macabros contra la nación persa, culpándolo de la intervención por Arabia Saudí en Yemen o la frágil democracia en Irak. Lo que no ve es que Irak, Siria, Líbano, Palestina, son naciones que luchan contra el terrorismo de modo consecuente.

Enfatiza el documento que Irán se considera "el principal patrocinador mundial del terror", cuando los grupos más sangrientos, Al-Qaeda y el grupo terrorista EIIL (Daesh, árabe), son una creación occidental, defendidos por sus patrocinadores donde perpetran sus atrocidades.

Con orgullo declara que como resultado de su viaje a Arabia Saudí el 2017, el Reino acordó gastar e invertir $ 450 mil millones en los Estados Unidos, creando supuestamente cientos de miles de empleos, un tremendo desarrollo económico y mucha riqueza adicional. Sin darse cuenta de lo dicho, confirma que de los $ 450 mil millones, $ 110 mil millones se gastarán en la compra de equipo militar de Boeing, Lockheed Martin, Raytheon y muchos otros grandes contratistas de defensa estadounidenses. De no hacerlo, Rusia y China serían según su percepción enormes beneficiarios.

Lo anterior no admite contrastación, pues de ello se desprende una confirmación nefasta: la riqueza del país proviene del incremento de guerras y la ganancia de las empresas armamentísticas por medio de conflictos bélicos es un presunto gran logro de la Humanidad.

En lo que hace referencia al descuartizamiento del periodista saudí Jamal Khashoggi, columnista del Washington Post y antiguo aliado de la familia real saudí, expresa que fue terrible, tomando medidas firmes contra quienes participaron en el delito, exceptuando al rey Salman y su vástago, ya que han negado vigorosamente cualquier conocimiento de la planificación o ejecución del crimen, por lo cual las agencias de inteligencia continúan evaluando toda la información aunque “es muy posible que el Príncipe Heredero haya tenido conocimiento de este trágico evento, ¡tal vez lo hizo y quizás no!”

Pese a esta declaración, toda la evidencia ha ratificado que fue un deleznable acto premeditado, finalizando en la desaparición del cuerpo disuelto por ácido, ordenado por Bin Salman y ejecutado por un comando especializado en destrucción de seres humanos y pruebas. No sin razón, poseían una moto sierra que es la que se utiliza para desmembrar personas vivas.

El Washington Post informó que la CIA sindica al príncipe como autor intelectual no confeso. Esto contradice la explicación oficial de Arabia Saudílos oficiales de Muhamad bin Salman simplemente ordenaron la repatriación de Khashoggi y el equipo enviado a Estambul en lugar de eso lo mató. Así, el asesor principal de Muhamad, Saud al-Qahtani, habría actuado por cuenta propia o desoyó a sus jefes. Para lavarse las manos, el Departamento del Tesoro anunció sanciones contra 17 saudíes, incluido al-Qahtani.

Confirmada la autoría de esta monstruosidad, varios demócratas y republicanos en el propio senado rechazaron el respaldo del presidente estadounidense a Arabia Saudí, al decir de modo campante queaun cuando “podría ser perfectamente” que el príncipe heredero saudí tuviera conocimiento del plan para asesinarlo, esta situación no afectará “en ningún caso” a las relaciones Riad-Washington, incluso si estuvieran involucrados. 

En su cuenta de twitter, el senador Bob Corker escribió: “Nunca pensé que vería el día en que la Casa Blanca brillaría como una firma de relaciones públicas para el príncipe de la corona de Arabia Saudí”, así como el congresista Jeff Flake reclamaba: “Los grandes aliados no traman el asesinato de periodistas, señor presidente. Los grandes aliados no atraen a sus propios ciudadanos a una trampa, luego los matan”.

Lo más duro, tal vez, ha sido lo dicho por el senador republicano Paul Ryan, integrante del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta, quien ha sentenciado que premiar al régimen de Riad por descuartizar un disidente procede de “la ciénaga de la política exterior” o altas esferas corruptas de Washington DC. Su frase es lapidaria: “Estoy seguro que esta declaración es ‘Arabia Saudí primero’ y no ‘Estados Unidos primero’”. ¿Será que los intereses comerciales de Donald Trump en Arabia Saudí son más importantes que su patria?¿O estará en primer lugar garantizar los intereses de Israel y los demás socios de la región?

Finalmente, es posible confirmar que nunca los discursos de odio, la familiaridad con el crimen, el injusto mecanismo del bloqueo o simplemente declaraciones que demuestran aversión hacia la justicia, serán bienvenidos por los pueblos soberanos ni por una Humanidad que aspira prontamente a la paz verdadera.