Unas 4000 personas, que abandonaron hace más de una semana su patria, Honduras, lograron cruzar ilegalmente el río fronterizo y eludir la vigilancia de la Policía mexicana.
Según los últimos informes, a partir del 13 de octubre, los migrantes se han desplazado más de 700 km desde su punto de partida, la ciudad hondureña de San Pedro Sula, hasta llegar a la urbe mexicana de Ciudad Hidalgo (sur).
La caravana de migrantes hondureños se dirige actualmente a Tapachula, la primera parada de un recorrido de al menos 3000 kilómetros hasta llegar a la frontera entre México y Estados Unidos, su destino final.
De acuerdo con la información proporcionada por funcionarios mexicanos, el número de migrantes se ha reducido después de que unos 1500 optaran por desertar y regresar a Honduras.
Al respecto, el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, en una rueda de prensa conjunta con su par hondureño, Juan Orlando Hernández, manifestó el sábado que “estamos trabajando para dar un retorno pacífico y seguro y evitar que se sigan dando estas manifestaciones en un futuro”.
Este éxodo ha sido criticado, en duros términos, por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien amenazó la semana pasada a Guatemala, Honduras y El Salvador con quitarles la ayuda financiera que perciben del país norteamericano si no contienen la migración ilegal.
Además, afirmó que cerrará la frontera sureña y desplegará a su Ejército en la zona si México no detiene el “embate” de los migrantes hacia territorio estadounidense.
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