• La candidata demócrata a la Presidencia de EE.UU., Hillary Clinton, saluda a sus seguidores tras el tercer y último debate presidencial, 19 de octubre de 2016.
Publicada: jueves, 20 de octubre de 2016 18:06
Actualizada: jueves, 20 de octubre de 2016 19:33

La divulgación de unos vídeos de cámara oculta sobre el fraude electoral del Partido Demócrata de EE.UU. cuesta el empleo a dos demócratas aparecidos en ellos.

“Pagamos a enfermos mentales para que hagan cosas y causen disturbios”, se oye en el segundo vídeo, publicado el miércoles, decir a uno de los trabajadores de la campaña de la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton.

Esta grabación es la segunda hecha en secreto por el periodista James O’Keefe sobre el Partido Demócrata y la campaña de Clinton, y en ella los militantes explican cómo cometer con éxito fraude electoral a escala masiva.

Pagamos a enfermos mentales para que hagan cosas y causen disturbios”, dice uno de los trabajadores demócratas grabado en un vídeo.

Los empleados mostrados en el vídeo son Scott Foval y Robert Creamer, que a consecuencia de este escándalo perdieron su trabajo; el primero fue despedido como director nacional de campaña de Americans United for Change —una organización progresista sin fines de lucro— y el segundo se retiró del Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés).

De hecho, Foval admite en la grabación que los demócratas estadounidenses han amañado las elecciones durante 50 años y “no vamos a parar ahora”, añade, al describir cómo la campaña de la ex secretaria de Estado estadounidense paga a individuos para provocar violencia en los mítines del aspirante republicano Donald Trump, entre otras cosas.

“Llevas gente adelante, lo que significa que deben llegar a las seis de la mañana para quedar delante en el mitin; son ellos los que le hacen preguntas a Trump cuando baja y los medios lo toman. Para esta clase de operación se necesitan dos semanas de anticipación para entrenarlos sobre cómo hacer preguntas”, dice Foval.

La campaña electoral de ambos rivales está rodeada por numerosos casos de escándalo: el multimillonario, con alegaciones de acosos sexuales y fraude fiscal, y la ex primera dama, con la Fundación Clinton y los correos electrónicos cuando era jefa de la Diplomacia del país, entre otros.

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