Día tras día, Chile se hunde más en la situación que ha generado la pandemia del coronavirus. Con más de 82 000 contagiados y unos 850 decesos, el sistema hospitalario del país se muestra cada vez más incapaz de atajar la crisis. Los pacientes tienen que esperar hasta días para ser atendidos debido al desabastecimientos de camas de atención médica.
Las 2400 camas de uso intensivo con ventiladores de las que dispone Chile no son suficientes. En la zona metropolitana, el epicentro del terremoto pandémico, el 97 por ciento de las camas está ocupada. Los médicos tienen que elegir qué pacientes acceden a las escasas camas que se van liberando. El Gobierno alerta que el sistema sanitario podría colapsar.
Además, los médicos, enfermeras y paramédicos cumplen largos turnos de hasta 24 horas y en algunos recintos ya escasean. Varios hospitales han acortado las cuarentenas preventivas de varios de los médicos que habían estado en contacto estrecho con otros sanitarios contagiados, para permitir su retorno al trabajo.
Para contener la expansión del coronavirus, el Gobierno ha decretado confinamientos. Sin embargo, la cuarentena ha golpeado más a los más pobres, quienes solo podían comer porque salían a trabajar a la calle cada día. Mientras quedan cada vez menos camas, el hambre crece en los hogares, y con el hambre, el descontento.
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