Coronavirus en Brasil, una crisis sanitaria que se convirtió en política. Este domingo, el presidente del país, Jair Bolsonaro, volvió a subestimar la amenaza de la COVID-19. Cuestionó el confinamiento como vía para contener la pandemia en el país más afectado por la enfermedad en Sudamérica.
Los reclamos de sensatez hechos por los jefes de la Cámara de Diputados y del Senado, de jueces del Supremo Tribunal Federal, de gobernadores y de políticos hasta ayer aliados del presidente, exacerbaron comentarios y opiniones sobre un creciente aislamiento de Bolsonaro.
Los médicos y trabajadores sanitarios de Sao Paulo se sumaron a los críticos y rechazaron el mal manejo del mandatario ante la COVID-19. Rindieron homenaje a sus colegas fallecidos durante la pandemia y denunciaron la falta de equipos médicos para combatir el nuevo coronavirus.
Varias ONG, como Human Rights Watch (HRW), también han condenado los intentos de Bolsonaro, de sabotear los esfuerzos de su propio ministro de Salud contra la COVID-19. Precisan que el presidente ha puesto la vida y la salud de los brasileños en un grave peligro.
El Banco Mundial (BM) prevé que Brasil, que supera ya los 22 000 infectados y 1220 muertos por el coronavirus, tendrá una de las recesiones más fuertes de América Latina, con una pérdida del 5 % de su Producto Interno Bruto (PIB) en 2020.
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