• Soldados estadounidenses participan en los ejercicios georgiano-estadounidenses denominados Noble Partner 2016, en Tiflis, capital georgiana, 24 de mayo de 2016.
Publicada: domingo, 24 de julio de 2016 18:06

Los ancianos rusos se preparan para una guerra eventual entre Rusia y la OTAN, abasteciéndose de suministros esenciales, revela un informe.

El portal Infowars, citando el pasado miércoles a Jill Dougherty, una periodista estadounidense, publicó que en todas partes de este país euroasiático los residentes mayores compran cerilla, sal y semillas de alforfón ante el “aceleramiento” del estallido de un conflicto armado entre Rusia y los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

En un artículo escrito para 'Wilson Center', Dougherty explica cómo los rusos se sienten “paranoicos” por un conflicto “inminente”. Recuerda que incluso un chofer en Moscú, capital rusa, le preguntó: “¿Cuándo vamos a la guerra?

Resalta además que en su recorrida desde la región Báltica hasta Rusia todo lo que escuchaba era comentarios sobre una posible guerra. 

Dougherty señala en el artículo que varias “voces notorias” en Rusia también se preocupan de forma “increíble” por la retórica “hostil” de la Alianza Atlántica y las crecientes maniobras militares que realizan cerca de las fronteras rusas.

Al respecto, la periodista norteamericana cita los comentarios que había hecho Serguei Karaganov, un miembro del Consejo de Defensa y la Política Exterior de la Cancillería rusa, al semanario alemán Der Spiegel sobre la propaganda ofensiva del Occidente contra Rusia que recuerda “un periodo previo a una nueva guerra”.

El bloque militar ha multiplicado sus maniobras militares y patrullas marítimas, terrestres y aéreas en el este de Europa, además de aumentar su presencia militar en los países bálticos, alegando que Moscú es una amenaza para sus socios y aliados; una afirmación “absurda” según el Kremlin.

Rusia y el Occidente viven relaciones tensas debido a la crisis en Ucrania. A finales de julio de 2014, EE.UU. y la Unión Europea (UE) impusieron varios paquetes de sanciones unilaterales que afectan tanto a particulares como a empresas concretas y a sectores enteros de la economía rusa alegando la supuesta intervención de Moscú —que el Kremlin niega— en la crisis de Ucrania, iniciada en febrero de 2014.

Moscú por su parte, tomó represalias contra los países occidentales y reaccionó con un embargo alimentario de productos procedentes de EE.UU., el bloque europeo, Australia, Canadá y Noruega.

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