El cara a cara entre el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y el líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, tenía el interés de ver al jefe del Ejecutivo batirse en un debate electoral tras rechazar otros formatos con los partidos emergentes.
Las buenas formas de los momentos previos se perdieron en cuanto el aspirante socialista atacó el punto débil de su adversario: la corrupción.
La ofensiva de Sánchez logró poner contra las cuerdas a Rajoy en varios momentos, y este, como única escapatoria, intentaba contragolpear con cifras económicas y apelando a la herencia recibida.
Empate a los puntos entre los dos contendientes, que no resuelve la duda de si los debates televisivos ayudan a inclinar la balanza en el día de las elecciones.
¿Y cuál ha sido la reacción de los dos aspirantes que se han quedado fuera de la contienda? Tanto Albert Rivera, de Ciudadanos, como Pablo Iglesias, de Podemos, han coincidido en sus críticas a un formato de otro tiempo, con dos formaciones que remiten a unos tiempos, los del bipartidismo, que tocan a su fin.
Eduardo López-Jamar, Madrid.
xsh/anz/hnb
